En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.
La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos. Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará. Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada".
Entonces le preguntaron: "¿Dónde sucederá esto, Señor?". Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres".
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En las Sagradas Escrituras se habla de tres importantes arcas: la de Noé, la de la Alianza y la de Apocalipsis 11, 19. En los tiempos de Noé sólo se salvaron los que entraron en el arca, que era no sólo la forma de salvarse del diluvio, sino también una figura de lo que sería el Arca de la Alianza.
El Arca de la Alianza era el signo visible que recordaba al pueblo de Israel las promesas hechas a Abraham y la alianza hecha por Dios con su pueblo, que a la vez era también figura del misterio de la Redención que se daría en Jesús.
Y finalmente, el Arca de Apocalipsis 11, 19, "En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte granizada", es la Iglesia de Dios que encuentra toda su plenitud en la figura de María, porque María es el modelo perfecto de lo que acontecerá en la Iglesia.
Así pues, si queremos encontrar el Reino de los Cielos, que vendrá sin saber cuándo, cómo y dónde, debemos subirnos, al igual que Noé y los suyos, a la Nueva Arca que es María, para no perecer en las aguas torrenciales de este mundo de comida y de bebida, pero sí para morir con Cristo y después de descender con Él de la Cruz ascender a la gloria del Cielo.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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