29 julio, 2014

¿Crucifijo y/o Resucitado?

Evangelio según San Juan 11,19-27.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".
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Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Es muy fácil hablar de Jesús y pensar en él como aquel que murió en la cruz, porque lo escuchamos con detalle en el Evangelio, además, porque lo vemos en el crucifijo, y finalmente porque todos los días vemos muerte. Pero, ¿qué podemos decir frente a la resurrección?
El Evangelio nos presenta a un Señor resucitado y no a un Señor resucitando, por lo que no conocemos los detalles de cómo fue, y tal vez por esa razón es más difícil comprenderlo. Tal vez esa es la razón por la que es más fácil hablar de la cruz que de la resurrección. Tal vez esa es la razón por la cual todos tenemos un crucifijo en nuestras casas y no un resucitado.
Pero lo importante es saber una cosa: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?"
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

28 julio, 2014

El Reino de los cielos se parece...

Evangelio según San Mateo 13,31-35.
Jesús propuso a la gente otra parábola:
"El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
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No solemos conformarnos con cosas pequeñas. Todos tenemos grandes aspiraciones y quisiéramos triunfar en los grandes retos. Nos gusta la idea de escalar montañas, surcar los cielos, dominar las profundidades del mar y llegar a otros planetas. Todos quisiéramos ser los mejores en algo o que nuestros hijos alcancen las metas que nosotros no pudimos. Pero, ¿qué hay con el Reino de los Cielos?
El Reino de los Cielos es la meta principal a la que debemos aspirar, es dejar a Dios ser Rey en nosotros; es ceder nuestro gobierno propio al gobierno de Dios; es amar y servir al Señor.
Pero el Reino de los Cielos no se alcanza subiendo hasta las nubes o viajando a la velocidad de la luz. Tampoco se alcanza estudiando apasionadamente durante seis años seguidos o haciendo doctorados en alguna prestigiosa universidad internacional.
El Reino de los Cielos se parece a una pequeña semilla que se siembra y se cultiva todos los días, por el resto de la vida. Y en el momento menos pensado crecerá y se elevará sobre las demás plantas para dar muchos frutos. El Reino de los Cielos es simple, es sencillo, está al alcance de todos. Pero muchas veces preferimos metas más "altas" y muchísimo más difíciles porque pensamos que el Reino es poca cosa, pero no hay nada más alejado de la realidad. Y tiene que ser así, porque si el Reino no estuviera al alcance de todos, entonces Dios no querría la salvación de todos.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

27 julio, 2014

El tesoro "escondido" que todos saben dónde está y que pocos buscan

Evangelio según San Mateo 13,44-52.
Jesús dijo a la multitud:
"El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.
Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".
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Un hombre encontró un tesoro que otro hombre tenía sin saberlo.
Un hombre vendió todo lo que tenía para comprar algo que alguien quería vender.
Un hombre se volvió rico volviéndose pobre y otro se volvió pobre volviéndose rico.
El que tenía dejó de tener y el que no tenía lo tuvo todo.
Dios es el tesoro escondido que está a la vista de todos.

25 julio, 2014

¿qué busco?

Evangelio según San Mateo 20,20-28.
La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".
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Dios conoce bien nuestros corazones. Él sabe bien qué es lo que queremos. Pero ¿sabemos nosotros qué queremos?
Nuestra vida es una búsqueda de sentido, una búsqueda de felicidad. Muchas veces pensamos encontrarla en cosas pequeñas, otras veces en cosas grandes, y otras veces en cosas imposibles. Pero la realidad es otra: la felicidad está en... ¿en dónde? en su fuente, en Dios y en aquello que Dios ha dispuesto para que la encontremos.
En las caricaturas se usa mucho la escena de dejar un rastro de comida para atraer a algún animal hacia una trampa. Así mismo, en la vida, Dios ha dispuesto un rastro de felicidad para atraernos hacia Él. La vida tiene una serie de pequeños gustos que nos van acercando a Dios, y así poder decir: "si esto es tan bueno, ¿cómo será lo verdaderamente bueno?", o tal vez, "si esto me hace tan feliz, ¿cómo será la felicidad?". Y finalmente, "¿cómo será Dios?".
Pero a veces pasa lo contrario, buscamos la felicidad donde no se nos ha perdido, y por lo tanto, donde no la vamos a encontrar. En ocasiones buscamos en el pecado; otras veces en el placer o en el poder o en el tener. ¿Acaso los hijos de Zebedeo y su madre no estaban buscando un puesto? ¿no es eso buscar el poder? ¿Cuántas veces hacemos lo mismo? Pero Jesús les responde: "el que quiera ser el primero que sea el último, porque yo no vine a ser servido sino a servir". ¡Qué lección tan maravillosa!
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

22 julio, 2014

¿Qué es lo que hace especial a María Magdalena?

Evangelio según San Juan 20,1-2.11-18.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.
Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto".
Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo".
Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!".
Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'".
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.
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María, la de Magdala, fue una mujer especial. Se encontró con el Señor en el momento más difícil de su vida, y si no fuera por ese suceso tan amargo, no habría hallado la felicidad.
María estuvo junto a Jesús de una manera especial, caminó junto a él, lo acompañó en la cruz, y fue la primera en recibir al Señor resucitado. ¿Qué más podría esperar del Señor? ¿Qué otro privilegio podría desear?
Esto es lo que conocemos de la Magdalena, pero ¿qué clase de secretos insondables habrá susurrado Jesús al oído de esta dichosa mujer?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

21 julio, 2014

¿Dios es Dios o es nuestro esclavo?

Evangelio según San Mateo 12,38-42.
Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: "Maestro, queremos que nos hagas ver un signo".
El les respondió: "Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás.
Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón."
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Quisiéramos muchas veces que Dios jugara en nuestro campo y con nuestras condiciones. Nos encantaría la idea de poder manipular a Dios y hacerlo trabajar para nosotros. Si estamos acostumbrados a que todos hagan algo en nuestro provecho, ¿no será que esperamos lo mismo de Dios?
Miremos bien:

  • Cuando oramos ¿qué le pedimos a Dios?
  • Cuando estamos en una necesidad ¿qué le decimos a Dios?
  • Ante la enfermedad: ¿qué papel juega Dios?
  • En los momentos difíciles: ¿qué importancia tiene Dios?
  • En los momentos buenos y felices: ¿acudimos a Dios?

Este pequeño test ayuda muchísimo para comprender si queremos a Dios como un empleado nuestro o si por el contrario vemos a Dios como Dios.
Es muy fácil leer el Evangelio y decir: "esos maestros y fariseos eran unos desgraciados que trataban muy mal a Jesús. Si yo hubiera estado en esa época no habría hecho eso". Pero, cuando usamos al Señor como nuestro esclavo ¿acaso no somos peores?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

19 julio, 2014

Qué fácil es condenarse a sí mismo a la infelicidad

Evangelio según San Mateo 12,14-21.
En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él.
Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos.
Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre.
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¿Por qué los fariseos se confabularon contra el Señor para acabar con él? ¿No se supone que estos tipos eran los cumplidores de la ley y los expertos en la Palabra de Dios? ¿Cómo es posible que tan siquiera pensaran hacer algo como asesinar a Jesús? El corazón del hombre es bastante raro. No se sacia con nada y es capaz de hacer hasta lo imposible por no ser herido; y cuando es herido, de hacer hasta lo imposible por desquitarse.
Estos hombres, fariseos y maestros de la ley, no soportaban que el Señor les hablara con verdad y descubriera ante ellos mismos y ante los demás las verdaderas intenciones de sus corazones. Por esta razón, era más fácil acabar con el Señor que reconocer la miseria propia. ¿Acaso no pasa así con nosotros? es más fácil "matar" al Señor en nuestros corazones y dejar de creer en Él que reconocer nuestra miseria. Es más fácil decir: "yo no creo en Dios ni en la Iglesia" que tener la humildad para aceptar las faltas propias.
Señor, sálvanos de nosotros mismos.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.


18 julio, 2014

¿Amor al prójimo o qué?

Evangelio según San Mateo 12,1-8.
Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.
Al ver esto, los fariseos le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado".
Pero él les respondió: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,
cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes?
¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?
Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo.
Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes.
Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado".
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¿Qué es lo que verdaderamente importa en la vida? ¿Qué es lo que realmente nos acerca a Dios?
Somos muy buenos para empeñarnos en lo que no es importante y para dejar de hacer lo que verdaderamente importa. Somos excelentes para cumplir una serie de preceptos morales y religiosos y olvidar lo fundamental de la fe. Somos perfectos para ayunar sin espíritu, hablar de Dios sin fe, cumplir el mandamiento de no matar y a la vez acabar por medio del chisme con el hermano. Somos demasiado buenos para guardar el mandamiento de no robar y a la vez arrancar la buena fama de los demás con nuestras palabras. Dice San Francisco de Sales al respecto:

Aurelio pintaba el rostro de todas las imágenes que hacía según el aire y el aspecto de las mujeres que amaba, y cada uno pinta la devoción según su pasión y fantasía. El que es aficionado al ayuno se tendrá por muy devoto si puede ayunar, aunque su corazón esté lleno de rencor, y -mientras no se atreverá, por sobriedad, a mojar su lengua en el vino y ni siquiera en el agua-, no vacilará en sumergirla en la sangre del prójimo por la maledicencia y la calumnia. Otro creerá que es devoto porque reza una gran cantidad de oraciones todos los días, aunque después se desate su lengua en palabras insolentes, arrogantes e injuriosas contra sus familiares y vecinos. Otro sacará con gran presteza la limosna de su bolsa para darla a los pobres, pero no sabrá sacar dulzura de su corazón para perdonar a sus enemigos. Otro perdonará a sus enemigos, pero no pagará sus deudas, si no le obliga a ello, a viva fuerza, la justicia. Todos estos son tenidos vulgarmente por devotos y, no obstante, no lo son en manera alguna. Las gentes de Saúl buscaban a David en su casa; Micol metió una estatua en la cama, cubrióla con las vestiduras de David y les hizo creer que era el mismo David que yacía enfermo. Así muchas personas se cubren con ciertas acciones exteriores propias de la devoción, y el mundo cree que son devotas y espirituales de verdad, pero, en realidad, no son más que estatuas y apariencias de devoción.

La viva y verdadera devoción, ¡oh Filotea!, presupone el amor de Dios; mas no un amor cualquiera, porque, cuando el amor divino embellece a nuestras almas, se llama gracia, la cual nos hace agradables a su divina Majestad; cuando nos da fuerza para obrar bien, se llama caridad; pero, cuando llega a un tal grado de perfección, que no sólo nos hace obrar bien, sino además, con cuidado, frecuencia y prontitud, entonces se llama devoción. Las avestruces nunca vuelan; las gallinas vuelan, pero raras veces, despacio, muy bajo y con pesadez; mas las águilas, las palomas y las golondrinas vuelan con frecuencia veloces y muy altas. De la misma manera, los pecadores no vuelan hacia Dios por las buenas acciones, pero son terrenos y rastreros; las personas buenas, pero que todavía no han alcanzado la devoción, vuelan hacia Dios por las buenas oraciones, pero poco, lenta y pesadamente; las personas devotas vuelan hacia Dios, con frecuencia con prontitud y por las alturas. En una palabra, la devoción no es más que una agilidad y una viveza espiritual, por cuyo medio la caridad hace sus obras en nosotros, o nosotros por ella, pronta y afectuosamente, y, así como corresponde a la caridad el hacernos cumplir general y universalmente todos los mandamientos de Dios, corresponde también a la devoción hacer que los cumplamos con ánimo pronto y resuelto. Por esta causa, el que no guarda todos los mandamientos de Dios, no puede ser tenido por bueno ni devoto, porque, para ser bueno es menester tener caridad y, para ser devoto, además de la caridad se requiere una gran diligencia y presteza en los actos de esta virtud.

Y, puesto que la devoción consiste en cierto grado de excelente caridad, no sólo nos hace prontos, activos y diligentes, en la observancia de todos los mandamientos de Dios, sino además, nos incita a hacer con prontitud y afecto, el mayor número de obras buenas que podemos, aun aquellas que no están en manera alguna mandadas, sino tan sólo aconsejadas o inspiradas. Porque, así como un hombre que está convaleciente anda tan sólo el camino que le es necesario, pero lenta y pesadamente, de la misma manera, el pecador recién curado de sus iniquidades, anda* lo que Dios manda, pero despacio y con fatiga, hasta que alcanza la devoción, ya que entonces, como un hombre lleno de salud, no sólo anda sino que corre y salta «por los caminos de los mandamientos de Dios», y, además, pasa y corre por las sendas de los consejos y de las celestiales inspiraciones. Finalmente, la caridad y la devoción sólo se diferencian entre sí como la llama y el fuego; pues siendo la caridad un fuego espiritual, cuando está bien encendida se llama devoción, de manera que la devoción nada añade al fuego de la caridad, fuera de la llama que hace a la caridad pronta, activa y diligente no sólo en la observancia de los mandamientos de Dios, sino también en la práctica de los consejos y de las inspiraciones celestiales.  


16 julio, 2014

¿Conocemos verdaderamente a Dios?

Evangelio según San Mateo 11,25-27.
Jesús dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar."
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Podríamos decir que sabemos que Dios se ha estado revelando. Podríamos decir que Dios nos ha creado. Podríamos decir que Dios se encarnó en Jesucristo. Podríamos decir que Jesucristo fundó la Iglesia, y así, sucesivamente, podríamos hablar mucho sobre Dios. Pero... ¿conocemos verdaderamente a Dios?
Uno puede saber muchas cosas de su actor favorito o del mejor jugador de fútbol, pero de ahí a conocerlo verdaderamente hay mucha distancia.
Conocer a alguien no es tener siempre en la mente los datos biográficos más importantes, ni la cronología exacta de su vida. Conocer a alguien es más que saber sus gestos y sus frases más célebres. Conocer a alguien es algo más que memorizar información sobre esa persona.
Para conocer a alguien hay hace falta encontrarse con esa persona, compartir con ella, ser parte de su vida y hacerla parte de la nuestra. Para conocer a alguien hay que tener cierta amistad y cierta intimidad.
Mucho más cuando hablamos de Dios. ¿Cuál es mi relación con Dios? ¿es un personaje más de la historia sobre quien tenemos algunos datos? ¿soy amigo de Dios y Dios es amigo mío?
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños".
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

15 julio, 2014

Dios da para todos

Evangelio según San Mateo 11,20-24.
Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido.
"¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza.
Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría.
Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú".
+++
Ay de mí que he recibido tanto y he dado tan poco. ¿Cuántos darían todo lo que tienen por ver lo que yo he visto y recibir una parte de lo que yo he recibido? Al que más se le da más se le exige. Al que más recibe, más se le pide.
Recibir los regalos de Dios es una gran responsabilidad, porque nada de lo que da el Señor es para beneficio personal, sino para todos.

11 julio, 2014

¿Apariencia o realidad?

Evangelio según San Mateo 10,16-23.
Jesús dijo a sus apóstoles:
"Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre."
+++
¿Quién dijo que ser cristiano es fácil? Aunque hay dos formas de ser "cristiano".
Primera forma. Cristiano de fachada: Consiste en tener una apariencia de cristiano. Celebrar de cuando  en cuando algún sacramento. Llevar una con doble moral: una oculta y otra aparente. Pensar en que no se es malo por no tener ningún asesinato a favor, ninguna violación ni ningún juicio pendiente con la justicia. Finalmente, pensar que la salvación está asegurada.
Segunda forma. Cristiano de corazón: Consiste en seguir a Jesús y reconocerlo como Dios. Saber que el Señor vino a salvarnos del pecado y de nosotros mismos. Reconocerse pecador ante Dios y ante sí mismo (y por ende ante los demás). Frecuentar los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia. Luchar todos los días por ser una buena persona y llevar una vida moral auténtica. Finalmente, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como Jesús nos enseñó.
¿Cuál de las dos formar exige más esfuerzo? Algunos dirían que la segunda, pero a la larga yo creo que exige más esfuerzo la primera. Porque no es fácil llevar una doble vida. No es fácil responderle a Dios y al Demonio. No es fácil dormir con la conciencia sucia.
Entonces, ¿por qué será que los cristianos de apariencia abundan?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

10 julio, 2014

¿Evangelización o entretenimiento?

Evangelio según San Mateo 10,7-15.
Jesús dijo a sus apóstoles:
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.
No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.
Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.
Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.
Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies.
Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
+++
¿Cómo se proclama el Reino de los Cielos?
1. Proclamando por el camino que el Reino está cerca.
2. Curando enfermos, resucitando muertos, limpiando leprosos, expulsando demonios.
3. Entregando gratis lo que se recibió.
4. Viajando ligeros de equipaje: sin oro o monedas, sin ropa de repuesto, sin provisiones.
5. Recibiendo el sustento.
6. Dejando hasta el polvo de la ciudad en donde no haya recibimiento.

Lo más interesante de este evangelio es que el Reino de los Cielos no se anuncia con fotocopias, presentaciones de Power Point ni videos de Youtube (claro que pueden servir mucho, pero la evangelización no es una clase didáctica ni una sesión de entretenimiento). La evangelización es trasmitir a Dios por medio de la acción de Dios en nosotros. Es dar a Aquel que vive en el interior. Y se da por medio de la Caridad materializada en las obras: Curando enfermos, resucitando muertos, limpiando leprosos, expulsando demonios.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

07 julio, 2014

Jesús, modelo de humanidad

Evangelio según San Mateo 9,18-26.
Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá".
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré curada".
Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y desde ese instante la mujer quedó curada.
Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo:
"Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme". Y se reían de él.
Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó.
Y esta noticia se divulgó por aquella región.
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A Jesús no le daba pereza visitar a la gente. El Señor podría haber dicho a aquel hombre que le pedía que visitara a su hija muerta: "yo rezaré por ella desde aquí y vivirá". Al contrario, se puso en camino y se compadeció del dolor de su familia.
Jesús no es un tipo arrogante que "se las sabe todas" y se dedica a nombrar las cosas o a diagnosticar problemas sin hacer nada por solucionarlos, como muchos de los "eruditos" de hoy en día.
Jesús se compadece con el dolor humano. Jesús sabe bien qué se siente la muerte de un ser querido. Jesús sabe bien qué es la enfermedad. Jesús sabe bien qué es el desprecio y la soledad. Jesús se pone en marcha para aliviar las cargas que lleva la gente y consolar al que sufre.
Jesús, siendo Dios, es tan humano... tan cercano... tan bueno.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

01 julio, 2014

El carpintero que sabía más de aguas que los marineros

Evangelio según San Mateo 8,23-27.
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron.
De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía.
Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: "¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!".
El les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?". Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma.
Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".
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Los pescadores le dijeron al carpintero: "¡Sálvanos que nos hundimos!". ¡Qué cosa más extraña! Los que sabían de aguas le pidieron al que sabía de maderas que los salvara del agua. La verdad es que no tiene mucho sentido si lo miramos desde el punto de vista técnico. Pero desde el punto de espiritual, tiene todo el sentido. ¿Por qué? porque el carpintero era el Señor, nada más y nada menos que Dios.
Entonces, ¿qué puede ofrecernos el Señor? algo que nadie más puede ofrecernos: la salvación. Y por eso este evangelio es tan representativo, porque los discípulos pidieron eso, la salvación.
Aunque aquellos pidieron la salvación de la tormenta, por medio de su súplica, nosotros podemos pedir la salvación eterna.
Gracias al miedo que aquellos tenían por la olas, nosotros ya no le tememos a las tormentas del mundo.
Gracias a la falta de fe de aquellos, nosotros tenemos la fe de que el carpintero es Dios.

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