Jesús dijo a sus discípulos:
"No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
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De la misma manera que un hombre construye una casa, así mismo todos nosotros construimos una vida. La casa es la vida, porque la vida es un constante construir. La vida es aprender y des-aprender. La vida es construir y destruir. La vida es SER HACIENDO.
Ahora bien, depende de nosotros el construir una buena casa o una mala casa. Además, también depende de nosotros construir sobre arena o sobre roca.
Alguien podría construir una buena casa sobre terreno malo, o podría construir una casa mala sobre terreno bueno. Al fin y al cabo, el terreno y la casa lo decidimos nosotros y nadie más. Pero ¿qué queremos construir y en dónde lo queremos hacer?
Jesús es la roca; Jesús es el modelo perfecto de casa; Jesús es el modelo de constructor.
TPI
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