- Escuchar y amar a la Iglesia
- Eucaristizar nuestra vida
- Marianizar nuestra vida
- Practicar la caridad
Debemos escuchar a la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, Sacramento de Salvación, Esposa del Cordero. En la Iglesia está depositada la verdad y debemos recurrir constantemente a la fuente de la verdad para poderla vivir. La Iglesia custodia las enseñanzas de Cristo y las transmite al orbe entero; la Iglesia, iluminada por el Espíritu Santo, interpreta correctamente la Palabra de Dios contenida en las Sagradas Escrituras y en la Sagrada Tradición.
Eucaristizar nuestra vida significa inmolarnos cada día en la caridad. Renunciar a mi querer para querer lo que quiere Dios. Eucaristizarnos es escuchar a la Iglesia y ser como la Madre de Dios por el ejercicio de la Caridad. Ser Eucaristía es imitar perfectamente a Cristo.
Marianizar nuestra vida no es otra cosa que repetir el Fiat de Nuestra Señora. Por medio de este Sí perfectísimo, el Verbo se encarnó, el Espíritu Santo la tomó como esposa y el Padre la adoptó como Hija predilecta. Marianizar nuestra vida es unir perfectamente nuestra pobre voluntad a la de Dios.
Escuchar y amar a la Iglesia, Eucaristizar y marianizar nuestra vida son intrínsecamente lo mismo, es decir: vivir la Caridad. Estos cuatro elementos son inseparables y complementarios entre sí. Un verdadero seguidor de Jesucristo es Eucarístico, Mariano y Obediente.
Podemos, pues, traducir las palabras de Jesús de esta manera:
"Quién no es obediente y amoroso con la Iglesia, Eucarístico y Mariano en el ejercicio de la caridad y en la unión de su voluntad con la mía, entonces está contra mí, entonces desparrama".
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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