Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.
+++
Si hay algo que caracteriza a Jesús y que nos demuestra que es Dios, es su paciencia. Podríamos hablar de Jesús como el Divino Paciente porque sí sabe esperar. No como nosotros que no sólo no sabemos esperar sino que exigimos derechos rápidamente.
El amor humano es pobre, flaco, raquítico. Siempre está al asecho como un felino moribundo, que aún en medio de su desgracia está atento para cazar algún pájaro desprevenido. En cambio el amor divino es generoso, amplio, mortificado, verdadero. Siempre está dispuesto a dar más, a esperar, a aguantar.
Si Dios no nos tuviera paciencia entonces ya se hubiera convertido en el Zeus griego y nos habría partido con sus rayos hace mucho rato... pero no, Dios encarnado no es Zeus, es Jesús, el paciente y misericordioso; lento a la cólera y rico en piedad y leal.
El amor divino se caracteriza por saber esperar. Jesús se ofrece y con Él su amor. Jesús no se impone a la fuerza como hacemos los hombres, sino que se entrega y aguarda a que los frutos se den. Por el contrario ¡qué diferente es nuestro amor que no se ofrece sino que exige! Nuestro "amor" rápidamente empieza a reclamar derechos. Somos buenos para reclamar los frutos de nuestra entrega a los demás, mientras que Jesús se entrega a pesar de no ver frutos.
Nuestro "amor" se podría resumir en las siguientes frases:
- te amo si me amas
- te respeto si tú me respetas
- te soy fiel si tú eres fiel
- me entrego a ti si tú te entregas a mí
- te soy sincero si tú me eres sincero
- si te amo ¿por qué no me amas?
- si te soy fiel ¿por qué no me eres fiel?
En cambio el amor divino, ese que brota del Corazón mismo de Cristo, es muuuuy diferente:
- aunque no me ames, te amo
- aunque no me respetes... te amo
- si no me eres fiel, te amo
- siempre me entregaré a ti, aunque tú no te entregues a mí
- si yo no te amara ¿quién te amaría? ¡Nadie te ama como yo!
- simplemente te amo... y nada podrás hacer para remediarlo, porque mi amor es gratuito... Nada podrás hacer para impedirlo.
Aquella generación pedía un signo.. pero no se les dio más signo que el del amor de Jesús. ¿Qué más signo querían? ¿Cómo podían ser tan ciegos para no ver el amor del Hombre-Dios?
Qué lástima que nosotros también estemos exigiéndole signos a Dios y no nos baste con tanto amor.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario