Evangelio según San Lucas 7,31-35.
¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!'. Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos".
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La historia de la humanidad podría resumirse en este pasaje del evangelio de San Lucas. El ser humano tiene la cualidad de ser completamente inconforme. Nada sacia su corazón, cada vez tiene más sed y busca más cosas.
Definitivamente el corazón del hombre sólo descansa en Dios porque todo lo demás le roba la paz. El corazón del hombre ha sido diseñado para latir todos los días de la su vida sin parar, y será por eso que no se puede detener en la búsqueda de la felicidad. Pero esa felicidad no está en las cosas de este mundo sino sólo en la vida eterna que Dios nos promete porque allí lo veremos y seremos como Él y en Él.
Dice el salmo: "como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti Dios mío".
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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