11 septiembre, 2012

El secreto de Jesús

Evangelio según San Lucas 6,12-19.
En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. 
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
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¿Cuál era el secreto de Jesús? ¿Dónde radicaba su fuerza? Jesús, a diferencia de los gurú modernos -esos orientales que llegan a occidente a "curarnos de todo"- no pasaba la colecta para recoger diezmos. Jesús no se hacía publicidad con grandes carteles ni emisiones radiales sino que anunciaba el Reino de Dios. Jesús hacía milagros, pero a diferencia del resto, prohibía a los sanados hablar, porque curaba por caridad, no por publicidad.
El secreto de Jesús estaba en que no era un charlatán más. Jesús no era un curandero ni un psicoanalista. Jesús no perdía la cabeza por el dinero y la fama no lo afectaba. Jesús no tenía celos pastorales ni buscaba los primeros puestos en todos lados.
Jesús amaba a los pecadores y comía con ellos para enseñarles que en el pecado no se encuentra la felicidad. En definitiva, el secreto de Jesús, es que no pensaba como los hombres sino como Dios, porque era Dios. No amaba al modo humano sino al modo divino.
TPI

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