Tomado de: sedecyucatan.com |
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.
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Siempre me ha gustado este evangelio. La figura de los niños es maravillosa porque ellos son todo un mundo por descubrir. Jesús habla de los niños como los más grandes en el Reino de los Cielo y eso es una cosa completamente novedosa. Podríamos pensar que es algo fácil de decir y más fácil de entender. Podríamos pensar que no tienen nada de novedoso que Jesús diga eso, pero la verdad es que es algo completamente nuevo. Los más grandes en un reino no son los pequeños sino los grandes. Los más grandes en un reino son los caballeros, los ricos, los poderosos, los inteligentes y los más influyentes. Pero ¿qué tiene un niño para ser el primero en un reino? Ningún reino ha colocado a los niños como los primeros, y a lo sumo ha tenido políticas de desarrollo de la niñez muy interesantes, pero no les ha dado el primer lugar.
En el Reino de los Cielos, es decir, en el Reino de Dios, los niños y los que se hacen como ellos son los primeros porque para ellos es el Reino. Nosotros tenemos que volver a nacer, como dijo el Señor a Nicodemo, y eso significa volver a aprender y vivir como pequeños. Dios quiere que seamos sus hijos y como sus hijos que seamos buenos. Dios desea que lo amemos y que nos dejemos amar por Él. Dios quiere que nos sintamos hijos y lo sintamos Padre. Dios quiere que nos amemos como hermanos y que seamos simples, pequeños, humildes. En definitiva, Dios quiere que reconozcamos nuestra absoluta dependencia de nosotros hacia Él y que estemos siempre en Él. Por eso habla de ser como niños.
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