Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."
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El Reino de los Cielos se parece a un tesoro. Ese tesoro es tan grande que no se puede llevar para la casa porque es más grande que la casa. Tampoco se puede sacar de a poquito porque no se acabaría nunca. Tampoco se puede vender porque no hay dinero suficiente para comprarlo. Así que sólo hay dos opciones: se deja y se desperdicia o se compra todo el campo que lo contiene para hacerse con él. Eso por eso que en la parábola el hombre ve y vende todo lo que tiene para comprar el campo.
Así mismo es Dios, es un tesoro tan grande que es imposible contenerlo. Es un tesoro tan valioso que es imposible comprarlo. Es un tesoro tan grande que es imposible llevarlo de a poquito. Así que sólo hay dos opciones, o se deja o se compra el campo que lo contiene. Pero ¿cuál es el campo que puede contener a Dios? Pues en este momento se me viene a la cabeza una hermosa jaculatoria: "Bienaventurada eres Virgen María porque llevaste en tu seno al que no pueden contener los cielos". Entonces, para obtener al tesoro primero debemos conseguir a María. Así pues, al obtener a María tendremos al que lleva en su seno.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
(imagen tomada de: www.paisajeshermosos.com)
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