¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!
Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: 'Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas'! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres!
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La eterna lucha del hombre siempre será consigo mismo. El hombre, creado bueno, de naturaleza buena, tiende al mal por el pecado original y vive en lucha interna consigo mismo. El hombre que quiere ser bueno se encuentra con la realidad que le hace guerra constantemente y lo tienta a la maldad. ¡Qué fácil es convertirse en un fariseo!
Jesús ataca a los fariseos que por fuera están impecables y aparecen ante los demás como seres maravillosos pero que por dentro están llenos de maldad y pecado. Así mismo nosotros tendemos a ser aparentemente grandes personajes pero en la intimidad de nuestro corazón podemos caer en la tentación de ser completamente diferentes. ¡Qué fácil es caer en hipocresía! ¡Qué fácil es desviar nuestro corazón a la maldad! ¡Dios mío, libra nuestros corazones de una doble vida! ¡Dios mío, danos un corazón sincero y puro! ¡Madre Inmaculada, intercede por nosotros!
(imagen tomada de: http://www.ecured.cu/index.php/Hipocres%C3%ADa)
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