Tomado de: www.apostoladocatolico.com.ar |
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.
Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo". Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.
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El Reino de los Cielos también se parece a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Las redes son abiertas y capturan todo lo que esté a su paso. La red no es selectiva, no decide qué pesca y qué no pesca. La red se lanza y todos quedan atrapados por ella. Así mismo es Jesús, es decir el Reino de los Cielos. Todos hemos sido atrapados por esta red. Nadie puede escapar de su Reino, bien sea buenos o malos, justos o pecadores. Todos hemos recibido la gracia de la salvación por medio del Hijo Redentor y todos hemos caído bajo su red. Ya depende de nosotros ser buenos o malos peces. Depende de nosotros aceptar o rechazar esta salvación de Dios. Mas, independiente de qué elijamos, ya hemos sido pescados.
¿O crees que alguien se puede escapara a esta red?
Esta red, a la cual se parece el Reino de los Cielos, también es comprendida como el Amor de Dios. Nadie puede escapar a su amor. No hay nadie por malo o bueno que sea que pueda hacer que Dios lo ame más o lo ame menos. Dios simplemente nos ama con amor divino que supera nuestras fuerzas y méritos. Un amor que no cambia según lo que somos sino que es constante y puro, perfecto. Así pues, ¿quién no ha caído en esa red de misericordia y de amor de Dios?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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