Evangelio según San Marcos 7,24-30.
Después
Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no
quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto.
En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies.
Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.
El le respondió: "Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros".
Pero ella le respondió: "Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos".
Entonces él le dijo: "A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija".
Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.
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Me causa cierta gracia leer el evangelio y compararlo con la vida actual. Es gracioso ver la discrepancia tan enorme entre lo que vivió Jesús y lo que muchísimas veces vivimos nosotros...
Jesús se encuentra con los enfermos, liciados, pecadores, hambrientos y toda clase de gente despreciada por la sociedad; además se encuentra con los vividores, los que quieren sacar partido de todo y con los que aprovechan el pan gratis y los milagros fáciles.
Lo interesante de todo esto es que Jesús no tiene reparo en curar los enfermos, liciados y hambrientos en un dos por tres y sin necesidad de hacerlos asistir a una catequesis semanal con previa inscripción en el despacho parroquial y un aporte de 12 mil pesos para gastos de administración y fotocopias.
Obviamente todas estas cosas son importantes para darle orden a las instituciones y facilitar los procesos de evangelización, pero... ¿será que tenemos el mismo espíritu de evangelización que tuvo Jesús?
A veces me pongo a pensar que nuestras catequesis no son más que "cátedra" teológica con fundamentos estructurados y precisos que sólo llegan a los oídos de los que nos escuchan, pero pocas veces llegan a su corazón, porque como dijo San Francisco de Sales, "Las palabras que salen de los labios llegan a los oídos, pero sólo las palabras que salen del corazón llegan al corazón".
¿Cierto que hay una gran diferencia en la forma como Jesús evangelizaba y la nuestra? Y alguno podrá responder: "Pero es que Jesús es Dios y eso hace la diferencia". A lo que yo respondo: "¿Y acaso no has comido al mismo Dios para hacerte como Él en la Eucaristía?"
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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