Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó:
–Señor, ¿serán pocos los que se salven?
Jesús les dijo:
–Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: «Señor, ábrenos» y él os replicará: «No sé quiénes sois». Entonces comenzaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas». Pero él os replicará: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados». Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.
Esta lectura me lleva a profundizar un poquito en la oración:
Dame la gracias Señor Jesús de no anhelar el cielo por sus deleites, ni temer al infierno por sus tormentos, sino de desear el cielo por que estarás allí constantemente y de temer al infierno por que no estarás allí por toda la eternidad.
Mi gran anhelo sea siempre lo santo y el resto muera junto con esta tierra que perece y me quiere llevar a perecer.
No importa lo que falta si tu no me faltas todo me sobra, y lo que me sobra lo considero nada si tu me faltas Señor mío.
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