¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!
¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.
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La coherencia es un valor que está en peligro de extinción. La verdad es que lo ha estado desde siempre, porque comúnmente es más fácil ser incoherente que coherente.
El Señor criticó fuertemente la incoherencia de los fariseos y en ellos la nuestra, porque ¿quién está exento de caer en ella? La incoherencia es como las moscas. Siempre está rondando y buscando donde posarse. Nunca se cansa de intentarlo una y otra vez. Y siempre corremos el riesgo de cansarnos de espantarla y dejar que se pose plácidamente sobre nosotros.
Dios nos libre de descuidar lo esencial: la justicia, la misericordia y la fidelidad.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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