¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".
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Así somos los hijos de Dios, siempre inconformes, queremos una cosa y cuando la tenemos queremos otra que no tengamos aunque sea menos valiosa que la primera. Siempre queremos más, siempre queremos y queremos, pero finalmente, nunca tenemos con lo que tenemos. Somos los inconformes por excelencia.
En cuanto a Dios es igual, le pedimos cosas, imploramos su ayuda y su auxilio, pero no queremos tener nada que ver con Él. No nos gusta Dios por justo, pero tampoco nos gusta Dios por misericordioso. No nos gusta por omnipotente y tampoco nos gusta si no hace lo que quiere. No nos gusta si nos ayuda y tampoco si no lo hace. En definitiva, Dios es un inconveniente muy conveniente, porque conviene cuando conviene y estorba cuando conviene... ¡pobre Dios!
Sin embargo, ahí está, para darnos su amor y a su Madre.
TPI
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