Jueves, 29 de diciembre de 2011. Lc 2, 22-35
Al presentar a Jesús, María y José se presentaron como oblación, y Dios Padre les confirmó que dicha ofrenda era recibida, lo hizo a través de Simeón, al bendecir a Dios y mencionar que Jesús es la luz de las naciones y la gloria del Israel, porque a través de la entrega se glorifica a Dios…
Así mismo Simeón bendice a María y luego le anuncia la misión de Jesús y el dolor que recibirá, entonces antes de un dolor, Dios prepara y ha querido reconfortarnos a través de la madre dolorosa, ella hace lo mismo que Simeón, nos bendice y nos ayuda en el momento del dolor, donde confirmamos la oblación y entrega que hemos hecho a Dios.
¡Qué alegría tenerte María! Alegría de saber que podemos, junto contigo, inmolarnos para que el Amor viva, para que nuestro propio corazón y todos los corazones le reciban, y para que venga su reino de Amor. Bendícenos y acompáñanos querida Madre y Maestra. Totus Tuus.
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