Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.
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La gracia de Dios siempre es confirmada con signos. El anuncio del Reino de los Cielos debe tener tal fuerza y tal convicción que la misma fe se vea confirmada por los prodigios divinos. ¿Pero por qué muchos no creen en las curaciones, los milagros, la expulsión de demonios, etc.? ¿Será que les falta la fe contundente del anuncio del Evangelio? ¿Será que sí creen lo que predican?
¡El que no predica con fe no ve signos de Dios!
¡El que no cree lo que predica no verá realizado lo que dice!
¡El que critica los milagros, las curaciones, las liberaciones, etc. no cree ni en lo que él mismo dice!
Si Dios es Dios ¿No podrá resucitar un muerto?
La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos, no porque haya un pequeño número, sino porque son pocos los que creen aquello que deberían ser : discípulos de Cristo.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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