Tomado de: www.tradicioncatolica.com |
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".
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Ahora es el turno de Marta. Hace algunos días fue Marta la que se encargó del servicio y fue María la que escogió la mejor parte, pero es ahora Marta la que habla como si hubiera escogido la mejor parte mientras María sigue en su casa. Es como si se hubieran intercambiado los papeles porque la que debería estar haciendo una profesión de fe tan solemne como la que acaba de hacer esta mujer debía haber sido la que se quedó a los pies del Maestro y no la que estaba demasiado ocupada en cosas que no son verdaderamente importantes.
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