Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido.
"¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza.
Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría.
Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú".
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Nuevamente nos encontramos con un Jesús que rompe los esquemas del pueblo judío. No es cumplir un montón de preceptos lo que hace que nos salvemos, sino la vivencia de la caridad. No es el ser judíos lo que salvaba a todos los del pueblo de Israel, sino el vivir la caridad. No es el ser depositarios de la Alianza lo que los iba a salvar, sino vivir la caridad.
Esto mismo es para todos nosotros. Lo más hermoso de la Palabra de Dios es que es siempre actual y vigente. No pasa de moda y siempre tiene un mensaje para cada uno.
A veces caemos en la tentación de creernos buenos "porque no somos malos". Pero no se es bueno por no ser malo. No es suficiente con no ser malos para alcanzar el Reino de los Cielo. Para llegar a Dios es necesario ser buenos, vivir la caridad, practicar la misericordia e imitar a Jesús.
Cristo vino a mostrarnos el camino de la salvación por medio de su vida. Y Cristo no fue simplemente un hombre "no malo", fue, al contrario, el mejor de los hombres. Entonces, el camino de la salvación es el de ser los mejores y no simplemente no ser malos.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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