"Sígueme"
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: "Maestro, te seguiré adonde vayas." Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza." Otro, que era discípulo, le dijo: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre." Jesús le replicó: "Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos."
Sígueme, es la palabra que atraviesa mi corazón en este evangelio. Hay algo que San Agustín le reclama a Dios en sus oraciones, constantemente le replica porque otros obtienen de sus manos las gracias que necesitan para ser buenos cristianos y como a el que a pedido por mucho tiempo la virtud de la pureza, no se le a concedido. Pues bien porque razón, motivo, o circunstancia, Dios no concede a unos cuantos la gracia de poder seguirlo como lo seguían los apóstoles o muchos discípulos que dejaron todo para seguirlo sin guardarse nada, como lázaro o sus hermanas, como Pablo o esteban, como bernarda o santa catalina, tantos que reciben gracias como la fidelidad para seguirlo, el amor para dar la vida por su nombre, tantos que reciben la gracia de estrechar en sus manos la eternidad como lo hizo san francisco o san bernardo. En fin hay cosas que son verdaderamente incomprensibles para esta cabeza tan pequeña quien sabe, solo Dios, porque razón unos reciben del cielo gracias especiales mas rápido que otros.
Todo por la inmaculada, nada sin ella.
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