Los perros comen las migajas que tiran los niños, no las que tiran los adultos, porque seguramente estos quieren aprovechar cada plato, igualmente estamos llamados a no desperdiciar las gracias que el Señor nos da, a no despreciar la Eucaristía, Manjar de los manjares, que el hecho de ser pequeños y reconocer nuestra desnutrición espiritual, nos motive a no desperdiciar todo lo que el Señor nos quiere regalar, que en nuestra ignorancia no nos atrevamos a condicionar a Dios, incluso aprovechar cada tribulación, cada dificultad, cada sufrimiento.
Si llegáramos a estar como “perros” (sin la gracia santificante) también necesitamos ser humildes para ponernos debajo de la mesa, para alcanzar la misericordia divina.
Virgen Inmaculada, tu que reconoces a Dios, reconoces su Amor infinito y te dejas guiar por Él, acompáñanos en nuestras luchas, en las situaciones particulares, en las dificultades y en las alegrías, y que en cada contexto miremos al Crucificado para dejarnos transformar por la sangre y agua que brota de su divino costado. Amén.
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