“Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado” ¡Hermosa actitud de confianza de los apóstoles! Confiaban infinitamente en el Señor, le tenían una confianza fraterna a tal punto de contarle lo que para ellos era importante, expresaban la felicidad de anunciarle; Jesús les escuchaba y comprendía, a tal punto les preocupaba, que quería que no solo su cuerpo descansara sino también su alma.
Pero el Señor no solo comprende a sus discípulos sino a todas las ovejas y aun sabiendo el cansancio, da una excelente lección de amor, casi que les podría decir: Yo los amo a ustedes, pero también hay almas sedientas y el apostolado no se ha terminado, voy a enseñar, y lo hago con calma, porque aun en el cansancio hay que reflejar la caridad y el Amor.
Madre Inmaculada, entrega mis cansancios a Dios, tu no solo eres el refugio del Señor sino también el mío, por ello eres mi auxilio, mi esperanza; trasmíteme tu amor para yo perseverar y crecer en la caridad. Amén.
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