Viernes, 17 de junio de 2011. Mt 6, 19-23
No atesorad en la Tierra, atesorad para el Cielo dice el Señor. El ser humano indudablemente atesora, es natural que este inclinado a ponerse metas, pero por el pecado hemos desviado nuestros deseos hacia la tierra y no hacia el cielo, lo natural del cristiano es que atesore para el cielo.
¿Cómo saber si lo que atesoramos es para el cielo o para la tierra? Pues con la mirada de María, en primer lugar debemos cumplir los mandamientos, ahí sabemos que es para el cielo, y cuando habita la gracia de Dios en nuestras almas, debemos vivir con los ojos de María, así cada acción por humana que sea, si se hace en la divina Voluntad, se hace con amor, y por consiguiente lleva al cielo, se hace como lo haría María.
Orar lleva al cielo, atesora cuando se hace en verdadera interioridad como nos lo ha enseñado el evangelio en estos días; así mismo la caridad y la limosna, y cuando todo se hace con María, por ejemplo el hacer aseo, divertirse, estudiar, reír, jugar, también puede volverse actos para acumular en el cielo.
María, conserva en mi alma el estado de gracia, que crezca en unión contigo para que todos mis actos sean tuyos y tengan valor de eternidad. Dame tus ojos Madre, para poder mirar si miro con tus ojos jamás podré pecar, porque tu mirar ilumina toda mi vida, eres la luz del sendero de la santidad.
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