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Evangelio según San Mateo 7,1-5. 
No juzguen, para no ser juzgados.
Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes.
¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Deja que te saque la paja de tu ojo', si hay una viga en el tuyo?
Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
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Todo es tan fácil desde nuestro punto de vista. La culpa de todo está en el otro, nuestro criterio siempre es el correcto, no nos equivocamos, nosotros estamos sanos y los demás enfermos. Qué fácil es juzgar a los demás según nuestra conveniencia y nuestro punto de vista. Incluso, el mismo Dios se ve "afectado" por nuestra concepción egoísta del mundo. Frases como: "yo creo en un Dios bueno que no me va a castigar por lo que hago"; "yo no creo que eso sea pecado"; "Dios quiere mi felicidad", etc.
Entonces, ¿qué hacer? si nuestro criterio está viciado por la conveniencia propia ¿cómo actuar de acuerdo a la Voluntad de Dios?
Para hacer Su Voluntad primero debemos conocer a Dios y amar a Dios, amar y conocer a Dios. Luego debemos hablar y escuchar a Dios y después aplicar lo que hemos aprendido de Dios en nosotros mismo y en nuestros hermanos. 
¿Por qué juzgamos a los demás con dureza? porque pensamos que todos deben actuar como nosotros queremos o como a nosotros nos conviene. Porque "nosotros somos el centro del mundo". Porque no contemplamos y no conocemos y no amamos a Dios. Si lo amáramos verdaderamente y lo escucháramos, entonces no juzgaríamos a los demás.
Si amáramos a Dios entonces lo conoceríamos, y si lo conociéramos entonces lo obedeceríamos. Pero ¿es esto verdad? Por esta razón el Señor también nos regaló a la Inmaculada y a los santos, para poder encontrar verdaderos testimonios de amor a Nuestro Señor y ver que sí se puede sacar primero la viga del ojo propio.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.