Evangelio según San Juan 17,11b-19.
Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.
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La oración sacerdotal, como es llamado este pasaje no es sólo para los sacerdotes sino para todos los cristianos. La unidad en la Iglesia, el amor fraterno, la unión en la oración, la perseverancia en la fe y la lucha contra el mundo ¿acaso son sólo para los sacerdotes? no, claro que no. Todos participamos del sacerdocio común de los bautizados, por cual debemos aspirar a esto.
El mundo odia a los que no son del mundo ¿Es esto verdad? A primera vista podemos decir sin temor alguno que sí, pero si miramos más afondo podemos notar algo diferente: El mundo está sediento de personas que no sean del mundo. Es por esto que la gente sigue a tantas personas que tratan de salirse del mundo, es decir, los santos, los maestros, incluso los de otras religiones que tratan de vivir de una manera más espiritual ¿Por qué pasa esto? Porque no somos de este mundo, porque nuestra patria está en el Cielo y nuestras almas lo saben bien.
Somos como pequeñas mariposas en la noche buscando cualquier fuente de luz para calentarnos. Nos vemos irresistiblemente atraídos a la luz, porque nuestra alma está sedienta de Dios: "como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti Dios mío".
El mundo es el espíritu anticristiano que nos rodea, no las personas que viven acá. No somos de este mundo, Cristo ya nos compró con su sangre. El mundo odia a los que nos son de este mundo, osea que el mundo odia a todos, porque todos son de Cristo...
Si todos supiéramos estos, y nos uniéramos en un sólo espíritu, como lo pide Jesús en esta oración, entonces podríamos enfrentarnos al mundo.
Acudamos a la Inmaculada, entreguémonos a Ella con todo el corazón y toda el alma. Pongamos su imagen en la entrada de nuestro corazón para que sólo entre allí lo que Ella quiera y salga todo lo que Ella desee.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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