Los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
Entonces Jesús dijo: "Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?".
Los judíos le respondieron: "No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios".
Jesús les respondió: "¿No está escrito en la Ley: Yo dije: Ustedes son dioses?
Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada-
¿Cómo dicen: 'Tú blasfemas', a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: "Yo soy Hijo de Dios"?
Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre".
Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero él se les escapó de las manos.
Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí.
Muchos fueron a verlo, y la gente decía: "Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad".
Y en ese lugar muchos creyeron en él.
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"Por los frutos los conoceréis". Los árboles buenos se conocen por los frutos buenos.
A veces somos muy buenos en nuestra mente, en nuestros proyectos e intenciones, pero ¿somos buenos en nuestras obras?
A veces esperamos "el momento oportuno" para cambiar, para hacer bien lo que hacemos mal, para ser mejores cristianos, pero ¿algún día llegará ese momento oportuno?
A veces creemos que llegarán momentos en los cuales nos atreveremos a tomar las decisiones que tenemos que tomar, pero ¿llegarán esos momentos?
Ahora es cuando, y si no es ahora, ese momento posiblemente no llegará, porque, como dicen por ahí, "el infierno está lleno de buenas intenciones". Entonces, ¿qué estoy esperando?
Jesús no esperó nada, su vida estuvo llena de las obras del Padre.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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