Viernes, 16 de marzo de 2012. Marcos 12, 28b-34
“…Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.»”
¿Por qué dice el Señor al escriba que no estaba lejos de reino de Dios? ¿Acaso lo que dijo no fueron solo palabras? ¿Mostró él su fe y obras? Es verdad que aquel hombre dijo palabras, pero eran palabras llenas de profunda fe y convicción, que hacía que las diferenciara de las palabras vacías. Lo expresado por el escriba mostraba sus pensamientos, y según la transformación de dichos pensamientos también le impulsarán en su forma de obrar (Cf. Rom 12, 2).
¡Hermoso momento de gracia! Reconocer a Dios como único, ¡es impresionante! Porque implica la dependencia absoluta y amorosa de Él, ¡no hay otro!, en consecuencia le amas con todo lo que eres (entendimiento, memoria, sentimientos, voluntad, acciones, etc), ¡con todo! No podría haber algo en nosotros –si lo tenemos como El Primero y Único– que no se le ame.
María, Madre mía, eres la llena del Amor, en ti no hay nada que no le ame, ven a mi, para amarlo tu dentro de mí, ven Mamá para que de el primer paso, que es acoger a mi Dios como mi único Señor, le ame y ame a mi hermano, pues tu antes de engendra a Dios en tus entrañas, lo tuviste en tu corazón. Amén
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