Tomado de: www.abc.es |
Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador.
Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino.
El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".
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De la misma manera que el agua que no es bebida sigue siendo agua, así la Palabra de Dios que no es aceptada sigue siendo Palabra. Así como el sonido que no es escuchado sigue siendo sonido, así la Palabra de Dios que no es escuchada sigue siendo Palabra de Dios.
No es nuestra respuesta lo que le da eficacia a la Palabra. Ella, por sí misma, es eficaz. La Palabra de Dios tiene en sí toda la fuerza suficiente para transformar nuestros corazones y nuestras vidas. Depende de nosotros el dejarla llegar al fondo de nuestro corazón para que brote y eche raíces. Depende de nosotros el ser terreno abonado para dar fruto abundante. Nadie puede dar fruto por nosotros, de la misma manera que ningún árbol puede dar frutos por los demás árboles. ¡Cada cual debe dar su fruto!
¡Qué diferente es la vida cuando tiene como objetivo vivir el amor de Dios! ¡Qué diferente es todo cuando es Dios el motor de la existencia y no el amor propio y el egoísmo! ¡Qué diferente es todo cuando salimos de nosotros mismos y nos damos al otro, a los otros, a todos!
Como ha dicho el Papa Francisco en JMJ 2013:
"¿en quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús?... ¡“Pon a Cristo” en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado!.
Miren, queridos amigos, la fe lleva a cabo en nuestra vida una revolución que podríamos llamar copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a Dios".
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
1 comentario:
Precioso Gabriel, precioso!
Diana.
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