Martes, 22 de noviembre de 2011. Lc 21, 5-11
Cuando vemos la majestuosidad de las obras, de los bienes materiales, nos sorprendemos pero también tenemos la tentación de acomodarnos a esta vida transitoria, con razón Jesús habla de la destrucción del templo.
Ahora bien, en el ámbito espiritual también nos acomodamos, también nos quedamos deslumbrados con los consuelos de Dios, pero no miramos al Dios de los consuelos, entonces nos da duro solo pensar que podría derrumbarse, que podría haber cambios, que todo lo que el Señor nos da es un medio para amarle, para pensar en la eternidad y a la final, la espera implica confianza, y la confianza implica la apertura a la Divina Voluntad, de lo contrario se usurparía, se desfiguraría el rostro de Cristo.
¿Cómo actuar? ¿Cómo confiar? Simplemente lo concluye el Evangelio: “habrá grandes signos en el cielo”, es decir se mantiene el Amor, la Fe y la Esperanza cuando se mira el Gran Signo, ¡María!; Ella nos muestra el verdadero rostro de Cristo en cada acontecimiento, Ella es la reina del Reino de la Divina Voluntad, pero no solo nos señala a Dios, sino que nos acompaña en cada caminar, nos guía, nos enseña a amar, nos sostiene, nos carga, nos Auxilia, lo hace íntimamente unida a nosotros, ahora solo queda unirnos a Ella…
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