Miércoles, 30 de noviembre de 2011. Mt 4, 18-22
Pedro y Andrés tenían en sus manos las redes cuando Jesús los vio y los llamó, Santiago y Juan estaban en la barca con su padre… los cuatro dejan lo que tenían cuando siguen al Señor, dejan redes, barca y padre, se desprenden de todo, aun de lo que amaban, de su profesión de pescadores, pero el Señor les conquista, les hace pescadores, pero de hombres.
¿Podrían ellos pedirle a Jesús conservar redes, barca y padre? En realidad, Jesús no les quita nada, les da todo, ellos deben renunciar porque al renunciar iban a poder ver con claridad.
Cuando renunciamos a la red del mundo podemos descubrir la mejor Red que Dios nos da: El Santo Rosario, el Lazo de Amor de María; cuando renunciamos a la banca del pecado y de las comodidades de este, descubrimos la mejor barca: la Iglesia, Madre y Maestra; cuando renunciamos a lo que ponemos en lugar de Dios, a lo que nos dirige en el espíritu mundano, descubrimos el gran Amor del Padre Celestial, su Hijo, que nos da todos los días en la Eucaristía, tenemos la luz del Mundo, tenemos el Camino, La Verdad y la Vida, tenemos el Amor que nos guía.
¿Cómo no seguirte Señor? ¡Imposible! Tú nos das todo, nos conquistas, nos seduces, no te reservas nada para ti, te me das todo, cómo negarte algo? Oh! Cuán egoísta soy contigo mi Jesús! Con nuestra Madre quiero decirte sí, porque sólo con Ella podré serte fiel en tu llamado, en tu dulce y tierno llamado. Amén
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