01 noviembre, 2011

Santidad bienaventurada!

Martes, 01 de noviembre de 2011. Mt 5, 1-12 a

¡Dichosa María! ¡Dichoso Jesús! El Santo de los Santos y la mujer más santa después de Él ¡hermoso ejemplo! Pareja de santos que se contraponen al mundo, al pecado ¡Dichoso quien tenga a María y a Jesús en su alma! Dichoso pues José, seguido de él todos los santos y los que queremos serlo, porque en cada uno de estos corazones habitan los dos  santos corazones (el de Jesús y María), o más bien, dichosos porque en los dos santos corazones habita el corazón de cada santo que lo creyó, que vivió conforme a la Divina Voluntad, que se dejó sumergir en el Amor, y al tenerles se cumplen todas las bienaventuranzas.

Las bienaventuranzas son todo un camino de Amor, todo un camino de santidad, por el cual delicadamente nos va conduciendo nuestro Dios, nos conduce seduciéndonos, transformándonos, reconfortándonos, donde el primer paso es sentirnos necesitados de Él para que al final con toda su compañía seamos capaces de dar la vida, de inmolarnos, de sacrificarnos, de alegrarnos por tenerle así se viva el desprecio y rechazo del mundo.

Señor, ¿Como pudiera comparar el privilegio que me has dado? ¿Cómo agradecerte tu benevolencia? Si pudiera comprender tanto que me has dado, tanto que me amas, mi corazón no resistiría, seria santa ya, por eso con todos los santos, te imploro que mi corazón crezca de amor por ti y que cada día me deje amar, a imitación de la Reina del Amor. Totus tuus María!

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