Lunes, 28 de noviembre de 2011. Mt 8, 5-11
El centurión se acercó a Jesús y simplemente le contó que un criado suyo estaba enfermo, en ningún momento le dijo al Señor que fuera, solo le rogó que tuviera misericordia.
Muchas veces le contamos las cosas a nuestro Dios en oración, pero lo hacemos también diciéndole el modo de proceder, no tenemos una oración humilde ni lo suficientemente confiada.
Quiero mi Jesús, a ejemplo de mi Madre, someterme a tu voluntad, ser una esclava de amor, obedecerte amorosamente, aceptar tus designios, tu Palabra, tu querer, reconocerte como mi Señor y Salvador, aun desde mi limitada condición. Amén
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