26 abril, 2014

El diálogo entre la Magdalena y Jesús sobre la castidad

Evangelio según San Marcos 16,9-15.
Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios.
Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban.
Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.
Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado.
Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron.
En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado.
Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación."
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Me fascina el hecho de saber que la Magdalena fue, junto con las mujeres, la primera en ver a Jesús resucitado. Siendo una simple mujer, desacreditada por su vida pasada, tuvo la dicha de ver al Señor antes que los demás.
¿Por qué habrá sido así? ¿Será por su inmensa gratitud al Señor por perdonarla y no condenarla?
Me imagino este diálogo ficticio entre la Magdalena y Jesús resucitado:

—Señor, ¿por qué te veo yo primero que los demás? —dijo la Magdalena al Señor.
—Porque los puros verán a Dios —respondió Jesús—. La pureza abre los ojos del alma y la vuelve sensible a las cosas divinas.
—Pero, ¡hace mucho tiempo que perdí la pureza! Tú mismo sabes por qué me iban a apedrear ese día en el que me llevaron ante ti —replicó la Magdalena mirando con sus ojos aguados a Jesús mientras sus manos se apoyaban sobre su propio pecho como si quisiera guardar en su corazón las palabras que estaba diciendo.
—¡Almita mía! —respondió Jesús con una voz dulcísima—. La pureza es una disposición del corazón y no una cuestión sólo corporal. Los que me aman y quieren serme fieles por la castidad son más puros que los que son castos por falta de oportunidad. No importa cuánto haya pecado alguien con su cuerpo, mi misericordia siempre va a ser más grande que su iniquidad y mi gracia más valiosa que su culpa.

Mientras decía estas palabras, Jesús se había inclinado sobre la Magdalena que ahora yacía aferrada a sus pies hecha un mar de lágrimas,  y con sus manos llagadas acariciaba sus cabellos negrísimos. Levantó con su mano izquierda el mentón de María como para contemplar su pálido y hermoso rostro y extendió su mano derecha como para levantarla al igual que aquel día glorioso en el que la perdonó delante de todos los fariseos que deseaban apedrearla. El sol golpeó los ojos de la Magdalena haciéndolos resplandecer como dos diamantes inmensos y hermosísimos y las lágrimas que aún corrían por sus mejillas parecieron cometas brillantes que dejaban su estela en la oscuridad del firmamento.

Una vez más, Jesús con su presencia gloriosa como la de el más hermoso y fuerte de los reyes que la tierra haya podido contemplar dijo con voz segura y solemne mientras dibujaba una maravillosa sonrisa en su rostro:

—Levántate una vez más amada mía, porque has sido digna de ser la primera en ver al Hijo de Dios resucitado por la pureza que emana tu alma —y añadió–: ¡Los puros son dignos de verme! porque los puros son como niños, y de los niños es el Reino de los Cielos.

Y de un momento a otro, mientras la Magdalena cerraba sus enormes ojos empapados como para guardar esas palabras en su corazón, se encontró una vez más sola pero completamente impregnada de una fragancia más especial que la que había usado para embalsamar el cuerpo de Jesús...

¡Todo por la Inmaculada, nada sin Ella!

25 abril, 2014

La resurrección es real, no simbólica

Evangelio según San Juan 21,1-14.
Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así:
estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él.
Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No".
El les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla.
El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua.
Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.
Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar".
Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor.
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
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Algunos dicen que Jesús "resucitó en los corazones" de los discípulos, no materialmente. Ante esto sólo queda decir algo: "Hugo Chavez y Jesús serían lo mismo" porque el fallecido mandatario también vive en el recuerdo de muchos.
Quienes piensan que la resurrección es un mero hecho simbólico que representa la fuerza de Jesús en la vida de los discípulos, y que no venció a la muerte viviendo de una vez para siempre con el mismo cuerpo que fue clavado en la cruz, simplemente no son católicos y rebajan a Jesús a un simple personaje histórico muy influyente como lo fue el expresidente de Venezuela pero que no resucitó verdaderamente.
Jesús resucitó, el sepulcro esta vacío. "Los recuerdos en el corazón de los discípulos" no parten el pan ni comen pescado. Jesús, vivo y resucitado sí. Jesús vive!
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

14 abril, 2014

La fragancia que agrada a Dios

Evangelio según San Juan 12,1-11.
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado.
Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo:
"¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?".
Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura.
A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre".
Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado.
Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.
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La respuesta de Jesús sobre la unción que le hizo María es desconcertante. En vez de escuchar de Nuestro Señor la expresión: "ayudemos a los pobres con el dinero del perfume" nos encontramos con "déjala... a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre". Es desconcertante porque es fuera de lo común en Jesús. Es desconcertante porque fueron dos ocasiones en las que Jesús fue ungido por mujeres, esta vez con nardo, la otra con lágrimas. Es desconcertante porque pareciera que el Señor disfrutara mucho que lo hicieran.
Pero ¿qué significa todo esto? Supongo que el Señor está aceptando humildemente las alabanzas de estas mujeres y la proclamación de su reinado y dignidad por medio de estas unciones. Supongo también que estas unciones significan que a Dios le agradan las alabanzas sinceras que brotan del corazón (como las lágrimas de María) y la alabanza sincera que es capaz de sacrificar un perfume valiosísimo que para una mujer representa demasiado.
Quizá el nardo que María derramó en los pies de Jesús significa el don total de la mujer. Una mujer tiene la necesidad de sentirse hermosa y amada, y por eso las fragancias son tan importantes para ellas, porque significan la belleza que se trasmite por el aire y que entra por el sentido del olfato. Una mujer no sólo quiere verse bien, sino que quiere oler bien, hablar bien, y acariciar mucho para trasmitir por el tacto todo su amor. Así pues, Jesús acepta con agrado la fragancia de nardo puro, y con él, la renuncia de esta mujer a oler delicioso para servir al Señor. Jesús acepta con agrado este grandísimo sacrificio de María, su amiga, y con él acepta la verdadera fragancia que hace a una mujer hermosa: sus virtudes.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

12 abril, 2014

Ven Espíritu Santo y renueva la faz de la tierra

Evangelio según San Juan 11,45-57.
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.
Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos.
Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación". Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: "Ustedes no comprenden nada.
¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?".
No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús.
Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos.
Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse.
Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: "¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?".
Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.
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Al parecer era más importante la estabilidad religiosa y política de Jerusalén que la salvación del mundo. Los fariseos preferían que muriera Jesús a que "se les acabara el negocio" o llegara Roma y tumbara el Templo. Los intereses particulares primaron sobre los intereses generales. Fue más importante lo que pensaron esos hombres que lo que quiso Dios hacer con ellos.
¿Acaso no es igual ahora? ¿Cuántas veces nos importa más lo que pase con nosotros que lo que pase en el resto del mundo? ¿Cuántas veces la bondad o maldad de un acto o de alguna circunstancia se mide desde nuestro bolsillo o intereses económicos?
El mundo gira y gira y parece que todos estamos demasiado preocupados en nosotros mismos como para comprender que NO SOMOS el centro del mundo ni lo más importante.
Ven Espíritu Santo y renueva la faz de la tierra. Ven Espíritu Santo y renueva nuestros corazones. No permitas que "matemos" a Jesús en nuestros corazones por medio del pecado para que primen nuestras propias razones y comodidad. No permitas que entreguemos al Hijo de Dios a la muerte por treinta monedas. No permitas que nos alejemos de ti.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

11 abril, 2014

¿Buenas razones o buenas obras?

Evangelio según San Juan 10,31-42.
Los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
Entonces Jesús dijo: "Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?".
Los judíos le respondieron: "No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios".
Jesús les respondió: "¿No está escrito en la Ley: Yo dije: Ustedes son dioses?
Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada-
¿Cómo dicen: 'Tú blasfemas', a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: "Yo soy Hijo de Dios"?
Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre".
Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero él se les escapó de las manos.
Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí.
Muchos fueron a verlo, y la gente decía: "Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad".
Y en ese lugar muchos creyeron en él.
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"Obras son amores y no buenas razones", ahora bien, con mayor razón podríamos decir: "obras son amores y más cuando hay muchas buenas razones".
Jesús hizo las obras del Padre. Se pasó la vida haciendo el bien y en ningún momento actuó mal. Lo más discutible de todo, por parte de los fariseos, fue que curó enfermos en sábado.
Jesús preguntó a los que lo querían matar: ¿Por cual obra buena me quieren apedrear? Los fariseos dijeron que por ninguna obra sino porque ellos tenían razones para matarlo.
Las obras de Jesús demostraron quien era. Muchos profetas de este mundo y líderes religiosos se autoproclaman dioses no por sus obras sino porque tienen buenas razones. Los fariseos se autoproclamaban puros y mejores no por sus obras sino porque tenían buenas razones. Así mismo, cada uno de nosotros se autoproclama el mejor no por las obras sino porque las buenas razones para decirlo.
Pero la verdad es que las buenas razones si no están sustentadas por las obras no son suficientes para determinar nada. Jesús es Dios porque actúa como Dios, no porque lo haya dicho, ya que a lo largo de la historia son muchísimos los que se han llamado a sí mismo dios.
Cuando uno le pregunta a un asesino por qué mató a alguien siempre tendrá una "buena razón".... Y cuando uno le pregunta a un niño pequeñito por qué hizo tal o cual cosa también tendrá una "excelente razón". Así pues, no son las razones las que nos hacen obrar bien, son las buenas obras.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.


09 abril, 2014

Si fuera hijo de Jesús...

Evangelio según San Juan 8,31-42.
Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: "Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos:
conocerán la verdad y la verdad los hará libres".
Ellos le respondieron: "Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: 'Ustedes serán libres'?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado.
El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre.
Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres.
Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes.
Yo digo lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre".
Ellos le replicaron: "Nuestro padre es Abraham". Y Jesús les dijo: "Si ustedes fueran hijos de Abraham obrarían como él.
Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso.
Pero ustedes obran como su padre". Ellos le dijeron: "Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios". Jesús prosiguió:
"Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de él. No he venido por mí mismo, sino que él me envió.
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Sí Jesús trataba así a los judíos que habían creído en él, ¿cómo trataría a los que no lo habían hecho?
Ahora bien, es muy fácil leer este texto diciendo: "Judíos miserables que no creían en Jesús; ¡descarados, hipócritas, desagradecidos! y seguir nuestra vida como si la cosa no fuera con nosotros.
Mas, si leemos bien el texto y los argumentos de Jesús tendremos que preguntarnos: ¿Yo soy hijo de quién?
Si fuera hijo de Jesús lo amaría y cumpliría su palabra para ser verdaderamente libre. Si fuera verdadero hijo de Jesús perdonaría a todos los que me ofenden, oraría por mis enemigos y existiría para servir, pero ¿lo hago?
Si fuera de Jesús sería tierra buena que recibe la semilla de la Palabra de Dios y daría muchísimo fruto, pero ¿lo soy?
Si fuera hijo de Jesús sería un apóstol incansable de la salvación de las almas y viviría pobremente, con alegría, castidad y obediencia. Pero ¿vivo así?
Si fuera hijo de Jesús, amaría hasta dar la vida por los demás, pero ¿lo hago?
Si fuera hijo de Jesús vendería todo lo que tengo y lo daría a los pobres, pero ¿estoy dispuesto a hacerlo?
A la hora de la verdad, pensándolo bien, creo que tal vez no soy tan buen hijo como creí ser, y este evangelio es para mí, y no puedo salir en limpio de este examen de conciencia.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

07 abril, 2014

Maldita ENVIDIA!!!

Evangelio según San Juan 8,1-11.
Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?".
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
Como insistían, se enderezó y les dijo: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra".
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?".
Ella le respondió: "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante".
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Si hay algún pecado que corroe el corazón del hombre es la envidia. La envidia es sentirse mal por el bien ajeno.
Cuando alguien quiere que el otro sea condenado como en el caso de la mujer adúltera, es porque desea que recaiga todo el peso de la justicia sobre los demás, mientras que para él desea que sólo se aplique la misericordia. La envidia pudre el interior del corazón del hombre que desea que todos los demás paguen por sus pecados e infidelidades, mientras que él desea que se le entienda, se le tenga en cuenta, se le trate bien y con consideración y que nunca se le juzgue. Quiere penas ejemplares para los demás y perdón para sí mismo.
La envidia daña la relación con el otro y convierte la vida diaria en un campo minado en el cual se corre el riesgo de pisar terribles bombas destructoras a cada paso porque cada que alguien recibe el amor de Dios y el perdón de Dios, explota de rabia y de indignación y de impaciencia por no ver al otro condenado por sus faltas.
El envidioso no soporta que el otro sea perdonado. No soporta que el otro se equivoque. No soporta que el otro se encuentre con Dios. No soporta que Dios ame al otro. No soporta que el otro sonría. El envidioso no soporta el amor de Dios para los demás porque lo quiere sólo para sí mismo.
DE LA ENVIDIA, SÁLVANOS SEÑOR.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

05 abril, 2014

A Dios no se le puede poner bozal

Evangelio según San Juan 7,40-53.
Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta".
Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?".
Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?".
Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre".
Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar?
¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita".
Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo:
"¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?".
Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta".
Y cada uno regresó a su casa.
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Dios es Dios y por eso hace las cosas de Dios a la manera de Dios. En cambio, si Dios fuera un hombre, no haría cosas de Dios sino de hombre al mejor estilo de la película "Bruce Almighty" (El Todopoderoso) con Jim Carrey.
Y por esta razón, Jesús hace las cosas de los hombres al mejor estilo de Dios. Me refiero a que habla como Dios, ama como Dios, perdona como Dios, vive como Dios... es Dios.
Ningún profeta o gran hombre de la historia se ha comportado como Cristo lo ha hecho. Ningún hombre ha perdonado como Jesús perdonó. Nadie en toda la historia de la humanidad ha amado como Cristo amó.
Y ante todo esto y ante el testimonio de Jesús nos encontramos con la "alta teología" de los Fariseos que quisieron ponerle un bozal a Dios para impedir que viniera al mundo porque "no cumplía con los requisitos mínimos impuestos por ellos" para que así fuera. Me refiero a que negaban que Jesús fuera el Mesías esperado por Israel y con mucha más razón negaban su divinidad.
¿Pero por qué pasó esto? ¿Cómo me puede pasar a mí lo mismo?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

04 abril, 2014

La hora de Jesús

Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30.
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas, Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar?
¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías?
Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es".
Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió".
Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.
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En este evangelio se habla de que no había llegado la hora de Jesús. Esto me recuerda el pasaje de las bodas de Caná en el que el Señor le dice a María que no ha llegado su hora, sin embargo, María se adelanta a esa hora y manda a los criados a obedecer a Jesús.
¿Qué habría pasado si María hubiera estado con Jesús en Jerusalén en el Templo? ¿Abría adelantado nuevamente la hora?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

02 abril, 2014

De las Odas de Salomón

Evangelio según San Juan 5,17-30.
Jesús dijo a los judíos:
"Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo".
Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.
Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: "Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo.
Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados.
Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida.
Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán.
Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella,
y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre.
No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz
y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.
Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.
+++
Odas de Salomón (texto cristiano hebraico de principio del siglo II)
Nº 42
“Los muertos escucharán la voz del Hijo de Dios”

[Habla Cristo:]
Los que no me han reconocido no se han beneficiado de mi presencia;
he estado escondido para aquellos que no me han poseído.
Estoy cerca de los que me aman.
Han muerto todos mis perseguidores;
los que me sabían vivo me han buscado.
He resucitado, estoy con ellos,
hablo por su boca.
No han hecho caso a los que les perseguían;
sobre ellos he echado el yugo de mi amor.
Como el brazo del novio por encima de su novia (cf. Ct 2,6),
así es mi yugo sobre los que me conocen.
Tal como la tienda de los desposorios se levanta en casa de la novia,
así mi amor protege a los que creen en mí.

No he sido reprobado,
aún cuando parecía que lo era.
No he perecido,
aunque ellos se lo han pensado.
La estancia de los muertos me ha visto
y ha sido vencida,
la muerte me ha dejado marchar,
y muchos se han venido conmigo.
Para ella he sido hiel y vinagre;
con ella he descendido hasta su estancia,
hasta su máxima profundidad.
La muerte se ha retirado,
no ha podido soportar mi rostro.

He tenido entre los muertos
una asamblea de vivos (1P 3, 19. 4,6).
Les he hablado con labios vivientes,
de manera que mi palabra no fuera vana.
Los que estaban muertos han corrido hacia mí;
han gritado diciendo: “Ten piedad de nosotros,
Hijo de Dios, actúa en nosotros según tu gracia.
Desátanos de los lazos de las tinieblas,
ábrenos la puerta, que corramos hacia ti.
Vemos que nuestra muerte
No ha podido contigo.
Que nosotros seamos también libres contigo,
porque tú eres nuestro Salvador”.

He escuchado sus voces,
su fe, las he recogido en mi corazón.
Sobre sus frentes he escrito mi nombre (Ap 14,1);
son libres y me pertenecen.

01 abril, 2014

¿Quién es el centro del mundo?

Evangelio según San Juan 5,1-3a.5-16.
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?".
El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes".
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina".
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla".
El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'".
Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'".
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía".
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
+++
Jesús sana a un hombre que estaba enfermo hace 38 años y los fariseos se enojan porque lo hizo un sábado ¡qué contrariedades las de la vida!
¿Será que a nadie se le ocurrió pensar en lo feliz que se sentía el curado? ¿Será que nadie pensó que Dios es grande y bueno? ¿Será que a nadie se le ocurrió pensar que Jesús hacía prodigios como nadie más los hacía? ¿será que a nadie le importaba ese pobre enfermo de hace tantos años?
A veces me pongo a pensar en la actitud de los fariseos y pienso también en las actitudes nuestras. A veces somos tan duros de corazón... a veces no nos importa el otro sino que lo único que queremos es que las cosas se hagan como decimos. A veces no pensamos en el dolor ajeno sino sólo en la honra propia. A veces no nos interesa que los demás sean mejores que nosotros sino sólo que nosotros seamos los mejores de todos aunque eso implique la injusticia y el desprecio por el otro. A veces vivimos como si fuéramos el centro del mundo y todo girara en torno a nosotros.
En cambio Jesús nos enseña que no somos nosotros el centro de todo, sino el mismo Dios en sí y en los hermanos. Jesús nos enseña que el amor tiene que el servicio tiene que primar sobre los quereres personales. Jesús nos enseña que lo primero es la caridad.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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