30 septiembre, 2013

Padre, en tus manos me pongo

Evangelio según San Lucas 9,46-50.
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo,
les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande".
Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros".
Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".
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El reino de los cielos es para los que se hacen pequeños, no por su estatura o su condición social sino por su corazón.
El reino de los cielos es para aquellos que aman al Señor y se dejan amar por Él. De aquellos que siempre tienen su mirada puesta en el Amado y siguen sus pasos. De aquellos que no pretenden grandezas ni puestos ni fama, sino un corazón sincero lleno de Dios y disponible para Dios. De aquellos que hacen vida aquel hermoso salmo 130:
"Mi corazón no es ambicioso ni mis labios altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre. Espere Israel en el Señor, ahora y por siempre".
Hacerse pequeños es hacerse como Cristo, que siendo Dios, asumió la condición de esclavo pasando por uno de tantos y se sometió a la muerte, y se hizo igual a nosotros en todo menos en el pecado.
Hacerse pequeños no es vivir de manera infantil, sino de manera divina, como niños que confían plenamente en sus padres y no viven sino por ellos. Hacerse pequeños es ser como los santos que se abandonaron completamente en manos de Dios y lo dejaron hacer de ellos lo que él quisiera, y así encontramos por ejemplo a Charles de Foucauld con su oración de abandono:
"Padre, en tus manos me pongo, has de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal de que se haga en mí tu voluntad y en todas tus criaturas. No deseo nada más Padre"
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

29 septiembre, 2013

La muerte no es el final

Evangelio según San Lucas 16,19-31.
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro,
que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.
Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'.
'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'.
El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'.
Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'.
'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'.
Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".
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La vida no acaba con la muerte. La muerte es el paso de esta vida a la otra que aún no conocemos pero que viviremos y que es tan real como esta. La muerte es la puerta a lo desconocido, mas lo desconocido no deja de existir por el hecho de no ser comprendido.
Ahora bien, ¿Qué espera Dios de nosotros en esta vida? ¿Para qué estamos aquí? No tendría sentido una vida que acabe con la muerte porque el destino de todos sería el mismo, entonces ¿para qué esforzarse si todos terminarían igual?
¿Sería justo que el rico epulón y el pobre lázaro tuvieran el mismo destino?

28 septiembre, 2013

Momento solemne

Evangelio según San Lucas 9,43b-45.
Todos estaban maravillados de la grandeza de Dios. Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
"Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres".
Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
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¿Cómo sería la expresión de Jesús al decir: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres"? ¿Qué habrá sentido Jesús al anunciar su propia muerte? La verdad es que no sé qué pensar. No alcanzo a imaginarme la manera como Jesús lo dijo y mucho menos la reacción de los discípulos.
Por la obediencia al Padre, Jesús sabía que debía padecer la muerte atroz de la Cruz por la humanidad entera. Su anuncio fue el anuncio de la salvación del mundo y el anuncio de la derrota del pecado; fue el anuncio del momento más solemne de la humanidad. ¿Cómo habrá sido?
Cuando el hombre llegó a la luna, la humanidad entera estaba frente a un televisor escuchando con atención y viviendo con emoción ese momento tan grande y maravilloso.
Cuando la humanidad conoció la muerte de Michael Jacson, se estremeció el planeta entero y las voces se levantaron en todas partes del orbe.
Cuando todos escucharon que cayó el muro de Berlín, se extendió un gran sentimiento por todos los países y en los corazones de la humanidad.
Pero cuando Dios anunció que iba a ser entregado en manos de los hombres y que iba por este acto a pagar la deuda infinita de la humanidad, ¿qué pasó o quién dijo algo? no pasó nada y nadie dijo nada... ¡Qué contradicciones las de la vida, no!

27 septiembre, 2013

¿Dios es una teoría o un esposo?

Evangelio según San Lucas 9,18-22.
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".
"Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios".
Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
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En relación con el post de ayer podemos continuar con la misma temática. ¿Quién dice la gente que soy yo? -preguntó Jesús. Ahora mismo podríamos hacernos esa pregunta. ¿Quién dice la gente que es Jesús? Nótese que la pregunta cambia porque en el Evangelio el que pregunta es Jesús de manera personal, en cambio hoy la pregunta no es personal, no es dirigida por él, es dirigida por otros, porque en eso se puede convertir el Señor: en un personaje más, en vez de ser Dios que le habla al corazón.
¿Quién dice la gente que es Jesús? Unos dicen que un gran profeta. Otros dicen que fue un personaje que se tiene que entender desde dos aspectos: Jesús histórico y Cristo de la fe. Otros tantos dicen que no existió y que es el fruto de la manipulación de una cosa llamada Iglesia. Otros dicen que fue un loco. Otros dicen que fue un hombre con suerte a quien la "historia" le jugó una buena pasada. Y finalmente, un grupo pequeño dicen que es su esposo.
Quiero detenerme en el último grupo. No puedo negar que esa imagen de Jesús me gusta muchísimo porque me parece lo más cercano, real y maravilloso que un alma puede decir. Aunque es más aplicable a las mujeres que a los hombres, la imagen de Jesús esposos está cargada de contenido y de significado. Tengo que admitir que se llena de emoción mi corazón cuando una mujer dice eso: "Jesús es mi esposo" ¿Puede haber algo más sublime, cierto, maravilloso y heroico? ¡Es hermoso!
Por eso he querido repetir las fotos del post de ayer pero desde un ángulo diferente: ¿Quién dice la gente que es Jesús? ¡Pues que hablen las imágenes!



26 septiembre, 2013

¿Cuál de estas dos imágenes corresponde a una verdadera enseñanza de Jesús?

Evangelio según San Lucas 9,7-9.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado". Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado". Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.
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Jesús también entra por los oídos. De la misma manera que muchas de las cosas que gustamos nos han entrado por los oídos, porque hemos escuchado hablar muy bien de ellas, así mismo Jesús también puede entrar por los oídos por lo que escuchamos hablar de Él. Sin embargo cada vez se escucha hablar más de Jesús en términos que enamoran menos. Me refiero a que todos los días salen libros, publicaciones, artículos, investigaciones, exégesis y comentarios sobre Jesús. Cada vez se dicen más cosas y pareciera que cada vez menos personas se enamoraran de Él. Entonces ¿qué está pasando?
Si habláramos más de Jesús desde una experiencia personal sería más efectiva la evangelización. Pero se habla mucho de Jesús en términos académicos que son necesarios y útiles, pero que muchas veces son completamente estériles sino contraproducente.
Si oráramos más y tuviéramos un diálogo íntimo con Jesús no diríamos lo que dijo Herodes: "Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?", sino que diríamos lo que dicen los santos: "Jesús, tú vives en mí y yo vivo en ti".
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

25 septiembre, 2013

¿Milagros?

Evangelio según San Lucas 9,1-6.
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.
Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno.
Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.
Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".
Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.
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El anuncio del Evangelio iba acompañado de signos y prodigios maravillosos. El Señor bien sabía que los signos externos disponen el corazón. Así pues los apóstoles curaban enfermos y expulsaban demonios. Pero podríamos preguntarnos ¿Por qué hoy en día no vemos lo mismo? Escuchamos hablar del Evangelio, vemos los nuevos discípulos que van por el mundo predicando la Buena Nueva, pero no es común ver algún tipo de acción milagrosa o de curación de un enfermo o liberación de un endemoniado. ¿Será acaso que ya no es necesario este tipo de signos externos? ¿Será que se siguen dando estas señales pero no las vemos?
Yo creo que los signos externos siempre van a ser necesarios. No hay persona por estudiada o preparada que sea que no se comunique por medio de los signos. A veces pensamos que el nivel académico excluye de este tipo de comunicación y que todo va a ser entendido por arte de magia, no hay nada más alejado de la realidad.
Así pues, un doctor o un PhD en alguna ciencia no deja de comprender que cuando lo acarician significa amor y cuando lo dejan hablando solo significa desprecio. Y que cuando llega una caja de chocolates o un ramillete de rosas alguien le está diciendo que es importante y amado. Entonces ¿por qué creemos que las señales externas del Reino de Dios no son ya necesarias? ¿Acaso nuestra humanidad ya no necesita de signos? ¿Será que los milagros, curaciones y prodigios han dejado de existir?
Muchos se han empeñado en hacernos creer esto: los milagros no se dieron, no se dan y no se darán. Otros tantos se han empeñado en hacernos creer que los prodigios del Evangelio son de tipo espiritual y no físicos. Sin embargo muchos hemos constatado que en nuestras vidas o en la de otros que Dios sigue hablando por medio de milagros no solo espirituales y de índole inmaterial sino físicos y palpables: curaciones milagrosas, situaciones inesperadas, liberaciones espirituales, etc.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

24 septiembre, 2013

La familia de Jesús

Evangelio según San Lucas 8,19-21.
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte".
Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".
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¿Quién pudiera decir que tiene a Jesús como hermano? no me refiero a un vínculo de carne sino a un vínculo de vida, es decir, al que comparte una hermandad por lo que cree y por lo que vive. Creo que los santos podrán decir que tienen al Señor no sólo como hermano, sino como padre, esposo e incluso madre. Los santos cantan las alabanzas de Dios por medio de sus vidas y se hacen uno con Cristo porque Él vive en ellos. Así pues, Jesús pasa a ser un TODO para ellos que dejan de ser ellos para ser todo en Él. Esto quiere decir que los que "no son" empiezan a "ser" por la vida de unión íntima con "el que Es", es decir, Yahvé.
Por eso dice el Señor: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

22 septiembre, 2013

Astucia de santos

EVANGELIO
Lucas 16, 1-13

Lectura del santo Evangelio según San Lucas.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. "
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió: "Cien barriles de aceite."
Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?"
Él contestó: "Cien fanegas de trigo."
Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

De que manera astutos?  Quien se dedica toda la vida a hacer el mal a los demás, es un hijo del mundo, y el mundo esta regido por el principe de las tinieblas; estos son astutos para mentir, son falsos en sus relaciones humanas y son tan egocéntricos que solo buscan su propio bienestar y estar sumidos en sus placeres, directa o indirectamente hemos sido nosotros los hijos de Dios, falsos y egoistas, mentirosos y malos con nuestros hermanos, y aun asi nuestra astucia es solo una repetición de malos actos en contra de los demas y en contra de nosotros mismos, nuestra astucia no es como la de don bosco, que buscaba agradar a los jovenes para atraerlos a Dios con sus trucos y chistes, ni como la de san jose maria que enseñó a los matrimonios que en las cosas pequeñas estaba la santidad. "Haced lo que ellos dicen y hacen".

21 septiembre, 2013

La Santa Misa

Evangelio según San Mateo 9,9-13.
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.
Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
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Toda la vida cristiana se resume en una palabra: amor. Jesús vino por los enfermos, es decir por los que no aman, es decir... por todos, porque ¿quién puede decir que ama como Dios quiere que amemos?
Por esta razón Jesús comía sin ningún problema con los pecadores y publicanos, para sanarlos y llevarlos a la verdad y a la salvación. Así mismo Dios sigue comiendo con nosotros pecadores en el Banquete Eucarístico porque la Santa Mísa es una cena para pecadores ¿cómo así? Los ángeles que no pecan no pueden comulgar, nosotros que pecamos sí podemos hacerlo. Entonces la Eucaristía es para sanar, convertir, fortaleces, transformar.
Dice el Pregón Pascual: "oh feliz culpa que nos mereció tal redentor". Y aplicado al evangelio de hoy: Oh feliz culpa que nos mereció tal banquete.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

20 septiembre, 2013

Jesús se abandonó en manos de María su Madre


Evangelio según San Lucas 8,1-3. 
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
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Dice el dicho popular: "detrás de cada gran hombre ha habido una gran mujer". Y Jesucristo no es la excepción. Siendo Jesús Dios, se rodeó de mujeres en su labor redentora, tanto así que decidió nacer de una mujer virgen que lo llevó en su seno y lo crió como a cualquier hombre.
La confianza de Jesús fue tan grande que se abandonó completamente en manos de la Virgen María hasta el punto de depender completamente de ella, y así, se hizo completamente obediente a su madre hasta el punto de no poder haber vivido si no fuera por sus cuidados. Me refiero a que si María no hubiera alimentado al Pan de vida, este hubiera muerto de hambre. Si María no hubiera huido a Egipto el Pequeño Redentor habría sido asesinado. Si María hubiera dejado caer el Divino Niño, este se habría lastimado...
Todo esto refleja algo maravillosamente simple: Dios se abandonó completamente en manos de María, y fue Ella la que le enseño a hablar al Verbo eterno del Padre. 
Ahora bien, si Dios lo hizo, ¿Voy a tener escrúpulo en hacer yo lo mismo?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

19 septiembre, 2013

Sólo el que ama perdona

Evangelio según San Lucas 7,36-50.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!".
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él.
"Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.
Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?".
Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.
Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.
Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor".
Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados".
Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?".
Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
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El pecado es la materia prima de la misericordia de Dios, dice San Francisco de Sales. El Señor nos perdona siempre que estemos arrepentidos y desea perdonarnos porque sabe que lo necesitamos y que somos débiles. Pero, ¿cómo sería posible que Dios ejerciera su misericordia si no fuéramos pecadores?
Los ángeles sienten celos de los hombres porque no saben qué es la misericordia de Dios, por lo menos ejercida sobre ellos mismos ya que no pecan. De la misma manera los seres inertes no saben lo que es la misericordia de Dios porque no se puede aplicar a ellos. Pero nosotros, los hombres imperfectos y pecadores sabemos bien qué es el perdón porque muchas veces elegimos el mal en vez del bien y siempre nos encontramos con una mano misericordiosa dispuesta a perdonar nuestra mala elección.
El Señor desea que lo amemos con todo nuestro corazón y por eso sabe que la mejor manera de demostrar a un alma que es profundamente amada es perdonándola, porque sólo el que ama perdona.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

18 septiembre, 2013

Sólo en Dios descansa mi alma

Evangelio según San Lucas 7,31-35. 
¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?
Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!'. Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos".
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La historia de la humanidad podría resumirse en este pasaje del evangelio de San Lucas. El ser humano tiene la cualidad de ser completamente inconforme. Nada sacia su corazón, cada vez tiene más sed y busca más cosas.
Definitivamente el corazón del hombre sólo descansa en Dios porque todo lo demás le roba la paz. El corazón del hombre ha sido diseñado para latir todos los días de la su vida sin parar, y será por eso que no se puede detener en la búsqueda de la felicidad. Pero esa felicidad no está en las cosas de este mundo sino sólo en la vida eterna que Dios nos promete porque allí lo veremos y seremos como Él y en Él.
Dice el salmo: "como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti Dios mío".
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

17 septiembre, 2013

¿Por qué sólo resucitó al hijo de una viuda y no de todas?

Evangelio según San Lucas 7,11-17.
En seguida, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.
Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.
Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores".
Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate".
El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo".
El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.
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Jesús se compadeció de aquella mujer que era viuda y enterraba a su único hijo. ¿Qué pasaría con aquella mujer sola? Sin esposo y sin descendencia ¿quién le daría sustento?
Este evangelio nos presenta a Jesús sintiendo compasión por aquella viuda y resucitando a su hijo. Vemos a Jesús conmovido consolado a la mujer y diciéndole: "no llores". Vemos a un Jesús que entiende el dolor humano y comprende bien qué es el sufrimiento. Vemos a Jesús cercano y comprensivo. Vemos a Jesús, Hombre perfecto, entendiendo los miedos que nos traen la muerte y la soledad. Y por todo ello resucita al hijo de la desdichada mujer.
Pero, después de todo esto me surge una pregunta: Si Jesús sintió tanta compasión por las viudas, entonces ¿por qué no resucitó todos los hijos y los esposos de las viudas de Israel? ¿Por qué el Evangelio nos habla de una sola viuda?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

16 septiembre, 2013

Señor, no soy digno

Evangelio según San Lucas 7,1-10.
Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor,
porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga".
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace".
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe".
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
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Este centurión del evangelio es bastante particular por varias razones.
Primero, su amor por el sirviente. Estamos acostumbrados a pensar en los sirvientes como esclavos y en los centuriones romanos como déspotas. Sin embargo este centurión quería a su siervo y se preocupaba por él. Seguramente había intentado curar con medicinas y técnicas a ese hombre y no había podido. Y finalmente recurre a aquel hombre del que todo el pueblo hablaba llamado Jesús.
Segundo, su fe. El centurión manifiesta, siendo pagano, una fe férrea. Creyó en Jesús y en su poder.  Entendió que el Señor tenía a sus ordenes a la enfermedad y a los espíritus malignos. Entendió que Jesús no era un profeta más sino el Ungido de Dios.
Qué interesante que está profesión de fe la haga un pagano y no un judío. Qué interesante que este hombre haya captado el mensaje que Jesús quería trasmitir al pueblo de Israel. Qué interesante!
Tercero, su humildad. Siendo un centurión y teniendo a su mando a muchos sirvientes y militares se comporta con humildad ante el Señor hasta el punto de sentirse indigno de que Jesús entre en su casa. Gracias a este centurión oramos en la Eucaristía antes de recibir al Señor sacramentado: Señor no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Finalmente, quiero destacar que la humildad de este centurión lo hizo célebre y que ni con toda su fuerza, poder y dignidad hubiera podido hacerse tan famoso. Por su sencillez ha sido recordado miles de veces al día por millones de personas cada día en todas las Eucaristías del mundo. Definitivamente los humildes serán ensalsados y los soberbios serán humillados.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

14 septiembre, 2013

¿Qué tiene que ver esta imagen con la vida eterna?

Evangelio según San Juan 3,13-17.
Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
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Durante todas las épocas de la historia y en todas las culturas, el hombre ha buscado la inmortalidad. Siempre ha existido un anhelo de no morir. Incluso la sociedad moderna se caracteriza por dos cosas: por temerle a la muerte propia y por ello temerle a la enfermedad y al sufrimiento.
Ante la certeza de la mortalidad el ser humano se paraliza y no se resigna. La ciencia y la medicina se desviven por buscar la prolongación de la vida y la cura a todas las enfermedades. El hombre no ha aceptado la muerte como una realidad necesaria.
Todo esto es normal, pues el instinto de supervivencia nos mueve a buscar la prolongación de la vida. Sin embargo, es contradictorio que la humanidad ande buscando lo que ya tiene y donde no lo va a encontrar. Es decir, somos como la señora que con los lentes puestos anda buscando los lentes por toda la casa. Así mismo nosotros, con la inmortalidad misma buscamos la manera de no morir ¿Cómo es esto? Dios nos ha dado la inmortadidad, no a la manera que nosotros querímos (tipo Highlander, que es imposible) sino la verdadera inmortalidad que consiste en una vida de comunión con Dios que no acaba con la muerte. Dios nos ha dado la posibilidad de prolongar nuestra existencia por medio de su gracia y de su amor. Dios quiere que el hombre no muera sino que tenga vida eterna. Entonces, ¿por qué empeñarnos en enterrar raíces en este mundo y en buscar la manera de no morir si la vida misma continúa con la muerte? ¿Por qué buscar los lentes por toda la casa si ya los tenemos puestos? ¿Por qué no aceptamos la muerte y vivimos de acuerdo a lo que Dios nos pide y manda para alcanzar por su amor la vida eterna?
Yo no se tú, pero yo no voy a buscar más lo que ya tengo.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

13 septiembre, 2013

Este es el evangelio que nos predica el mundo

Evangelio según San Lucas 6,37-42.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".
Les hizo también esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?
El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro.
¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?
¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
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¿Por qué será tan difícil recordar este evangelio? Es claro, fácil, sencillo, corto y pertinente. Pero pasan los minutos y pareciera que lo olvidamos por completo. Si aplicáramos este evangelio todo sería diferente. Si viviéramos este evangelio nos ahorraríamos muchos problemas.Sin embargo el mundo predica y vive todo lo contrario, el mundo tiene su propio "evangelio":

Del evangelio según el mundo:

Juzguen y exijan no ser juzgados;
Condenen y luchen por no ser condenados;
No perdonen a nadie pero esperen que todos los perdonen a ustedes.
No den nada y esperen que les den todo;
Siempre esperen que se les de una medida apretada, sacudida, desbordante, pero ustedes sean avaros, ladrones e injustos. Porque la medida con que ustedes midan es justa y a ustedes no los pueden medir.
Hagan el mal a todos y esperen que todos les hagan el bien.
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¿Hay alguna diferencia entre lo que nos predica el mundo y lo que nos predica Jesús? y si nuestras conciencias nos indican cuál es el camino, ¿por qué hacemos lo contrario?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

12 septiembre, 2013

¡Más claro no canta un gallo!

Evangelio según San Lucas 6,27-38.
Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.
Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".
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¡Más claro no canta un gallo! ¿Qué podemos decir de este evangelio? Creo que todo lo que se diga sobra. Por sí sólo es suficiente. La interpretación de este evangelio se tiene que dar en la vida y no en el papel. Se corre el riesgo de convertir este pasaje tan hermoso en un divagar literario y en especulaciones acerca de la forma como se escribió, el destinatario y la intención. Pero ¿este evangelio es para interpretarlo o para vivirlo? No digo más porque no quiero amargar tanta dulzura con mis palabras.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

11 septiembre, 2013

Felices!

Evangelio según San Lucas 6,20-26.
Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: "¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!
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Felices y bienaventurados los que tienen a Dios como heredad en vez de a sí mismos. Felices los que confían en el Señor, porque el Señor no defrauda ni decepciona a nadie. Felices los que esperan en el Señor porque Dios es bueno con sus hijos. Felices los que desean amar a Dios con todo el corazón porque serán saciados de ese amor misericordioso y eterno. Felices los que esperan en el Señor porque recibirán con creces aquello que esperan.
Las bienaventuranzas que nos presenta el Evangelio siempre me han llamado la atención porque no las entiendo del todo. En verdad las entiendo sin entenderlas, porque a simple vista son fáciles de comprender pero en el fondo son un mar inagotable de riquezas. En el fondo son un cofre lleno de tesoros incalculables. 
Es interesante que Lucas presenta a Jesús mirando fijamente a sus discípulos diciéndoles las bienaventuranzas:  "¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ... ¿pero eran los discípulos pobres, hambrientos?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

10 septiembre, 2013

La respuesta de Judas

Evangelio según San Lucas 6,12-19.
En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles:
Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,
Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados;
y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
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Jesús pasó toda la noche en oración. Me imagino al Señor toda lo noche orando por la elección de los discípulo. La verdad es que siendo Dios no tenía la necesidad de hacerlo, sin embargo lo hizo. Es interesante ver cómo el Señor amó a los que eligió y a los que eligió los eligió bien. El Señor no se equivocó con los discípulos. Sin embargo Judas lo traicionó. ¿Por qué lo traicionó Judas? ¿Acaso el Señor se equivocó en la elección de los doce? No, el Señor no se equivocó llamando a los discípulos, los que se equivocaron fueron los discípulos al responderle al Señor.
Así mismo, el Señor nos llama a todos a una vida santa y llena de caridad por medio de la obediencia, porque la obediencia en la caridad y la caridad obediente son la clave para la santidad. Pero, ¿por qué no todo el mundo es santo? ¿Acaso porque el Señor se equivocó al llamarnos? No, al igual que con los discípulos, los que nos equivocamos somos nosotros al no responderle bien al Señor.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

09 septiembre, 2013

Amor y obediencia

Lc 6,6-11: Estaban al acecho para ver si curaba en sábado.
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar.Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho.Los letrados y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico:
–Levántate y ponte ahí en medio.El se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo:–Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir? Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre:
–Extiende el brazo. El lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.
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Dios quiere que amemos obedeciendo y que obedezcamos amando. La vida cristiana no tiene sentido si no se ama y no se obedece. El problema frente a esta afirmación es que no sabemos qué es obedecer, o en su defecto, no sabemos obedecer u obedecemos lo que queremos o nos parece. Es muy fácil hablar de la obediencia cuando no nos salpica a nosotros lo que se manda, pero en el tiempo de la prueba es donde se verifica la rectitud de los corazones y el desprendimiento de la propia voluntad para hacer la voluntad de otro.
¿Por qué hablo de obediecia depués de leer este evangelio? Porque el problema de los letrados y fariseos era precisamente ese, la obediencia. So pretexto de obediencia cumplían "perfectamente" el sábado, pero descuidaban el sentido mismo del sábado. So pretexto de obediencia dejaban de hacer el bien. So pretexto de obediencia trataban de hacer caer a Jesús y buscaban la manera de acusarlo. Ante esto nos tenemos que preguntar ¿esa es la obediencia que Dios quiere? Obviamente la respuesta es no, y el mismo Jesús lo dijo. Entonces la siguiente pregunta es ¿Qué es lo que le agrada a Dios? Amar obedeciendo y obedecer amando. Porque la obediencia no puede existir sin el amor y el amor no puede existir sin obediencia.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

08 septiembre, 2013

Seguir al Señor exige violencia

Evangelio según San Lucas 14,25-33. Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'. ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. 
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Para seguir al Señor como un discípulo se requieren tres cosas: Renunciar a todo lo que se posee, amar a Jesús más que a su padre, madre, mujer, hijos y hermanos y hasta la propia vida, y finalmente, cargar con la cruz y seguirlo.
La verdad es que el requisito no es fácil. No es tan sencillo como parece, porque generalmente estamos muy apegados a todas estas cosas. Es por eso que Jesús explica en el evangelio lo de edificar una torre y lo del rey en batalla, porque antes de seguir al Señor como discípulo es necesario sentarse a mirar si vamos a tener con qué edificar la torre, es decir, si vamos a tener la fuerza suficiente para renunciar a todo y cargar con la cruz que eso representa y eso implica. No sea que a medio camino tiremos la toalla.
Seguir al Señor es caminar por un sendero lleno de espinas y cavernas oscuras, peñascos y acantilados. Seguir al Señor implica renunciar a muchas cosas y desprenderse de muchas otras. Seguir al Señor implica hacerse violencia y vivir en batalla. Seguir al Señor implica morir cada día para vivir de nuevo. Pero este morir, este renunciar, este caminar  por valles oscuros y acantilados es dulce y delicioso cuando lo hacemos con el corazón porque el Señor va con nosotros y es como un pastor que nos gobierna y apacienta con su cayado y con su amor. Y como dice el salmo: "aunque camine por valles oscuros, tu vara y tu cayado me sosiegan".
¡Qué bueno es el camino de Dios! ¡Qué bueno es seguir al Señor!
Y saber que todos tenemos que pasar por las mismas oscuridades y sufrimientos, dolores y desapegos, luchas y renuncias. Unos en nombre del dinero, otros en nombre de la fama, otros en nombre del pecado, y nosotros, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo a quien sea dada toda la gloria y todo el honor por los siglos de los siglos. Amén.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

06 septiembre, 2013

Lo nuevo y lo viejo

Evangelio según San Lucas 5,33-39.
Luego le dijeron: "Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben".
Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos?
Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar".
Les hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. ¡A vino nuevo, odres nuevos!
Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".
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A veces vivimos en el pasado porque pensamos que "todo tiempo pasado fue mejor". Pero la verdad es que no necesariamente es así. La impresión de que todo tiempo pasado fue mejor que el tiempo presente corresponde a que nosotros solemos guardar los buenos recuerdos y tratamos de desechar los malos. Si miramos una mesita con portaretratos y fotos vamos a encontrar sólo momentos hermosos: los cumpleaños, la familia unida, la cena especial, la graduación, el niño en brazos de su madre, el matrimonio, los seres más queridos, etc. Entonces, la impresión que nos va quedando del pasado es la de alegría, unidad, paz, amor, triunfo, etc.
Pero son pocos, o nadie, los que conservan fotos de los entierros, de las derrotas, de los momentos de crisis y de dolor. Casi nadie, o nadie, toma fotos en un entierro o en una separación. Entonces, con el tiempo vamos borrando lo que no duele y nos sofoca mientras que tratamos de mantener viva la memoria de los momentos felices. Es por esto que decimos que todo tiempo pasado fue mejor, porque se mira con la lupa de la felicidad pero no de la tristeza y el dolor.
Por el contrario, el tiempo presente se mira con otros ojos. Queremos ser felices, pero nos encontramos con dificultades y enfermedades y sufrimientos. Queremos mejorar pero nos encontramos con obstáculos. Queremos ver lo bueno pero nos enfrentamos constantemente a lo malo. Y por eso pensamos que el tiempo presente siempre no es mejor que el tiempo pasado.
El evangelio de hoy nos habla de algo similar. Lo viejo es mirado como mejor que lo nuevo: el vino y el vestido. A veces nos podemos quedar estancado en el pasado y olvidamos el presente. O por el contrario, a veces olvidamos el presente y vivimos sólo en el futuro. La verdad es que ninguna de las dos está bien. Debemos vivir en el presente, sin olvidar el pasado y sin descuidar el futuro, pero en el presente.
Jesús vino a perfeccionar la Ley y los profetas, a darle plenitud. Y por eso es necesario un "vino nuevo" y un "vestido nuevo", por buenos que hayan sido el vino y el vestido viejos. Pero los nuevos son mejores, porque lo tienen a Él. Lo nuevo es mejor porque si lo viejo era una preparación para lo nuevo, entonces, ¿cómo de bueno será lo nuevo?
Jesús es lo nuevo que se predijo desde antiguo. La Ley y los profetas se resumen en el nuevo mandamiento que nos dio el Señor. Entonces, ¿por qué seguir apegados a las cosas antiguas si tenemos al mismo Dios que fue predicho por esas cosas? 
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

04 septiembre, 2013

Jesús orando solo

Evangelio según San Lucas 4,38-44.
Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.
Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.
Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos.
Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado". Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.
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Me encanta este evangelio porque presenta a Jesús madrugando a orar sólo. Me gusta imaginarme al Señor levantándose muy temprano mientras todos estaban dormidos y cansados. Un Jesús que salía despacito, sin hacer ruido y daba pequeños saltos para pasar sobre los discípulos acostados en el suelo (porque no puedo imaginarme a todos durmiendo en habitaciones separadas en camas de sábanas blancas, sino todos en una gran sala sobre esteras). Un Jesús midiendo cada paso para no hacer ruido, incluso haciendo caras chistosas a cada movimiento o ronquido estruendoso de los discípulos. Me imagino a Jesús abriendo la puerta despacito para que las bisagras no chillaran. Me imagino a Jesús saliendo triunfante de la casa aún de noche con una sonrisa larga diciendo: menos mal todos tienen un sueño tan pesado. 
¿Y por qué pienso en esas cosas tan simples y hasta tontas? Porque sé que Jesús es Dios y Hombre y que fue igual a nosotros en todo menos en el pecado. Porque sé que  Jesús disfrutaba de esos momentos tan simples y cotidianos. Porque sé que Jesús era alegre, descomplicado y sencillo. Porque me gusta imaginarme a Jesús sentado en una roca mirando hacia el horizonte a la espera del sol naciente, sumergido en meditaciones sobre las almas y en oraciones por nosotros. Un Jesús enamorado y enamorador.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
(imagen tomada de: blog.cancaonova.com)

03 septiembre, 2013

Este es el Jesús que le gusta a muchos!

Evangelio según San Lucas 4,31-37.
Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios".
Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.
El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!".
Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.
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A veces podemos caer en la tentación de actuar como los contemporáneos de Jesús: dejarnos llevar por la novedad y escuchar de aquel hombre famoso que expulsa demonios sólo con su palabra. Esto es algo que nos gusta y que causa revuelo. Todo el mundo quiere ver a un hombre con poderes sobrenaturales que hace liberaciones delante de todo el mundo y al cual los demonios le obedecen. Todos queremos ver a un Jesús que hace milagros, camina sobre las aguas, seca higueras, resucita muertos, cura enfermos y se enfrenta a los fariseos. Todos queremos ir al "Show de Jesucristo" a ver a ese gran personaje. Pero, cuando empezamos a ver a Jesús no como un gran artista de la televisión, sino como Dios, que exige un cambio de vida, que ama y exige ser amado, las cosas cambian.
Cuando este Jesús deja de ser un personaje de la farándula y empieza a increpar mi consciencia y a exigirme humildad, amor, entrega, paz, honestidad... las cosas pueden ser más difíciles y se corre la tentación de "cambiar de canal" porque ese "Show" ya aburre.
¿Qué vamos a hacer? mirar a Jesucristo no como "un gran hombre" sino como verdaderamente es: el Dios-Hombre que vino a salvarnos y a darnos la felicidad y que no es simplemente otro personaje más de la historia.
Jesús es Dios, y no puede no serlo, porque sólo Dios es capaz de amar como Jesús y sólo Jesús es capaz de amar como Dios. Jesús no es alguien a quien podemos acudir de vez en cuando cuando tengamos serios problemas, sino que Jesús es Dios y debemos vivir en Él siempre.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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