11 agosto, 2015

Lo veo y lo creo. No soy oveja

Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.12-14.
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial."
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños."
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Se me ocurre algo descabellado. Este evangelio habla de los más grandes en el Reino de los Cielos. Además habla de los niños como modelo para entrar en el Reino. Finalmente habla de la oveja perdida y de que el Padre no quiere que ninguno de esos pequeños se pierda. Entonces, lo descabellado es lo siguiente:

La oveja perdida no somos todos nosotros como siempre nos han dicho. La oveja perdida es una especie de imagen para hablar de los niños, los pequeños, los que entrarán en el Reino de los Cielos.

Si esto es así, y no somos ovejas, entonces ¿qué somos y qué hace Dios con nosotros?

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