«Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.»
Juan, en este pasaje, repite dos veces que no conocía a Jesús, pero que bautizaba con agua para que viniera, y así fue como en el desierto cumplía la voluntad de Dios, esperando ver el Espíritu Santo bajar sobre quien es el Hijo de Dios.
Cabe, por tanto, cuestionarnos ¿Qué estamos haciendo para que venga Jesús?, pues si Juan no hubiese estado bautizando, sino estuviera en actitud penitente y orando, quizás no hubiera reconocido a Jesús. Así mismo es necesario que deseemos ardientemente la venida del Señor, que estemos en constante oración y penitencia, y al ver sus proezas y milagros, seamos testigos de su Amor.
Madre Beatísima, digna de mi honor y alabanza, querida Señora, hoy necesitamos de tu escucha atenta a Dios en nuestro interior, se tu quien dirija nuestra vida y nos conduzcas a ser testimonios vivos, constantes y mártires de la presencia viva de Dios. Amén
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