Domingo, 05 de febrero de 2012. Mc 1, 29-39
Jesús, te trasnochabas evangelizando y madrugabas a orar, para no perder de vista la Divina Voluntad, así pudiste responder a los apóstoles que lo más acertado era ir a otro lugar.
Mi queridísimo Señor, ¡qué enseñanza! Si tan solo te imitara un poco en tu excesiva caridad, tanto con los enfermos y endemoniados, como en la oración, pues esta es caridad para la propia alma. ¿Cómo imitarte? Creo que solo es posible si vivo contigo, si vivo mi consagración, si consulto a tu amor.
Madre Inmaculada, soy toda tuya y todo lo mío quiero que sea tuyo por siempre, mis acciones, ayúdame mamá a que mi corazón arda con tu misma caridad.
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