El ciego fue llevado de la mano por Jesús a las afueras de la aldea. Jesús lo tomo de la mano y lo llevó cual lazarillo. Qué bello encontrarse con la figura de un Jesús compasión, que se preocupa por los suyos, y que no quiere darse publicidad, sino que se interesa por cada uno como si fuera el único. Jesús siente misericordia por cada de nosotros y nos cuida a todos por igual, de la misma manera que el sol sale sobre todas las flores como sí fueran las únicas sobre la tierra.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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