03 agosto, 2012

Una vida extraordinariamente ordinaria

Evangelio según San Mateo 13,54-58.
Y, al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?
¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?
¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?".
Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia".
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.
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¿Por qué Jesús no hacía milagros allí donde más se necesitaban? ¿Por qué no hacía milagros sabiendo que no creían? ¿Acaso con los milagros no garantizaba que creyeran en Él?
Se me ocurre que Jesús no obraba los milagros cuando faltaba la fe para que el milagro no fuera motivo de condenación del que no creyera si lo viera. Porque si alguien ve un milagro y no cree, entonces está en graves problemas. Sin embargo, ¿quién no cree ante un prodigio bien extraordinario? Entonces Jesús, ¿por qué no hacía no solo unos cuantos milagros sino, además, unos prodigios maravillosos que no dejaran duda de que Él era Dios?
Algo sí me queda bien claro en el evangelio de hoy. Jesús fue perfectamente humano. Tanto así, que era recordado por los de su tierra como "el hijo del carpintero". Era recordado como una persona normal. Normal en su interior, pero ¿cómo sería un día normal en la vida oculta de Jesús? seguramente extraordinariamente ordinaria.
Toro por la Inmaculada, nada sin Ella.

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