23 julio, 2013

¿Para qué tanto si no obtenemos nada?

Evangelio según San Mateo 12,46-50.
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte".
Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?".
Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos.
Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
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Lo que verdaderamente cuenta es hacer la voluntad del Padre. De nada le serviría al hombre hacer mil cosas, hablar mil lenguas, conocer todo sobre la tierra, etc. si no hace la voluntad de Dios. De qué le sirve al hombre obtener todo lo que desea si deja de lado lo que verdaderamente importa. De qué le sirve al hombre dominar el mundo entero si no domina su propia voluntad y hace lo que debe hacer.
Pongo un ejemplo concreto y práctico. ¿De qué le sirve a un equipo de fútbol tener los mejores jugadores del mundo, hacer las mejores jugadas, bailarse a todo el equipo contrario y enloquecer a los espectadores si al final pierde el partido? ¿De qué le sirve a ese equipo jugar como nunca y perder como siempre? De nada. Así mismo, ¿De qué le sirve al hombre todo si al final no hace la voluntad del Padre? Por eso los hermanos y la madre de Jesús son los que hacen la voluntad del Padre.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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