30 julio, 2013

¿Ser buenos o malos? esa es la cuestión

Tomado de http://estudioslatinoseiberoamericanos.wordpress.com
Evangelio según San Mateo 13,36-43.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!
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Dice San Agustín que la existencia del mal en el mundo es un gran misterio. Dios prefirió sacar bien de mal que bien de bien, es decir, permitir que el bien sea una elección libre y no una imposición. Así pues, el mérito que Dios permite que adquiramos es gracias a que tenemos la elección libre de amar a Dios o de no amarle. Mas esta elección libre no es una prueba de Dios que supera nuestras fuerzas, sino la manifestación del amor de Dios por medio del respeto de la libertad del hombre y la respuesta del hombre a la confianza de Dios en él.
Dios no nos ha obligado a amarle, mas no por eso no hace todo lo posible para que le amemos. Dios nos da la posibilidad de elegir entre la vida y la muerte; entre la gracia y la desgracia; entre el bien y el mal. Por eso el trigo convive con la cizaña, no para que el trigo se vuelva cizaña, sino para que la cizaña perfeccione al trigo y le permita ser trigo no por genética sino por elección. Es más meritorio ser hijos de Dios por elección que por tradición. Es más perfecto ser buenos porque queremos ser buenos a ser buenos porque nos tocó ser buenos o porque no pudimos ser otra cosa.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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