Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre,
15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna.
16 Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
17 Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
18 El que creee en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. (Juan (SBJ) 3)
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"Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre". Bien sabemos que este texto hace referencia a la serpiente que Dios ordenó construir a Moisés para que se curaran los que habían sido mordidos por serpientes en el desierto, pero ¿por qué una serpiente cura la mordedura de una serpiente?
Resulta que la serpiente que curaba no era una serpiente cualquiera; era de bronce (metal valioso para la época) y además estaba elevada sobre el suelo en un asta como signo de su dignidad. Así mismo, la mordedura del pecado original causada por un hombre (Adán y Eva) es curada por un mismo hombre (Jesús-Dios) que ha sido elevado sobre el asta de la cruz, en el bronce de su divinidad.
Entonces, la salvación viene de Jesús, que ha sido levantado en la gloriosísima cruz para el perdón de nuestros pecados.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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