Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.
+++
"Para que sean uno, como nosotros"
El Señor no nos ha mandado a estar juntos sino unidos. Hay una gran diferencia entre unión y unidad. Estar juntos es unión. Estar unidos es unidad. La unidad no es uniformidad sino comunión. La comunión no es ser todos iguales y estar pegados unos de otros, sino estar en el mismo espíritu. Una pareja de esposos tienen unidad aunque no haya unión, es decir, aunque estén separados sus cuerpos ellos son una sola carne. En cambio, una pareja de amantes pueden tener unión mas no unidad al estar juntos en una cama pero sin ser una sola carne.
El Señor nos ha mandado a vivir como la Trinidad, en una perfecta unidad. Y esa unidad se alcanza en la Iglesia que es el Cuerpo Místico. Es la Iglesia la que nos da unidad. Sin ella seríamos un montón de piezas arrumadas unas junto a las otras mas no seríamos un solo cuerpo.
La unidad es como el pan. Está compuesto de miles de pequeñas partículas de harina que, una vez mezcladas con el agua, se funden en una sola masa, y que luego de pasar por el fuego se convierten en una sola pieza.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario