Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
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Dice el Señor: "sin mí nada podéis hacer"
¿Qué podrá hacer un minero sin sus herramientas? nada. Por más que quiera encontrar oro, no podrá hacerlo si no tiene a la mano las herramientas necesarias.
¿Qué podrá hacer un odontólogo sin sus herramientas? nada. Por más que quiera curar una enfermedad dental, no podrá hacerlo porque no tiene cómo hacerlo.
¿Qué podrá hacer un pintor sin sus herramientas? nada. Por más que quiera pintar una pared, no podrá hacerlo porque no tiene sus herramientas.
Si esto es así, ¿qué será en el caso contrario?
¿Qué podrá hacer un pico y una pala sin el minero? ¿Qué podrá hacer la "temida fresa" sin el odontólogo? ¿Qué podrá hacer la brocha y la pintura sin el pintor? ABSOLUTAMENTE nada.
Sin mí, nada podéis hacer, dice el Señor. Nosotros sin el Señor no podemos hacer nada. Por más que intentemos, Él es nuestra fuerza, nuestro motor, nuestro Maestro, nuestra razón de ser. Si algo bueno hacemos es gracias a Él.
Como decía la Madre Teresa de Calcuta: "Soy un lápiz en la mano del Dios escritor"
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