16 febrero, 2012

¿Quién dice la gente que soy yo.

Mc 8, 27-33


En tiempos de Jesús Gobernaba Filipo y Antipas (hijos de Herodes el grande). Antipas decía que el era el Cristo, y quería ser proclamado como el Salvador de Israel. Supongo que Filipo, de la misma sangre, pretendía el mismo título. Jesús, siendo el Mesías, el Cristo, trataba de abajarse, mientras que los demás trataban de agrandarse. Jesús hacia los milagros y les prohibía a los curados d enfermedades hablar. Aquellos hombres no hacían milagros pero cualquier ladrillo que mandaban a poner tenía que llevar su nombre.

Jesús actuaba movido por la caridad auténtica. Aquellos hombres actuaban movidos por el interés personal. Jesús se gastaba y desgastada por todos y por cada uno con todas sus fuerzas. Estos hijos de Herodes no se interesaban más que por ellos mismos.

Así como esta disputa de poderes se mantenía entre los herederos de Herodes el grande y querían ser los dueños del mundo, así nosotros, como herederos del pecado, queremos tenerlo todo, serlo todo, ser grandes, poderosos, vivir en el placer, ser grandes "reyes". En el fondo somos "herodecitos" que pretendemos reemplazar a Jesús.

Pero gracias a Dos existió Pedro, porque este hombre nos recuerda que el Mesías es Jesús, no nosotros, no la ciencia ni la razón, ni la tecnología ni el dinero. Pedro, y en el su nombre el Papa, nos recuerdan quen es Jesús... Quena es Dios, quen es el Cristo. Escuchemos a Pedro, Escuchemos al Papa.


Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.


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