El Señor nos dice: Sean misericordiosos como mi padre es misericordioso; la medida que tenemos es el mismo Dios, nuestro modelo es él mismo; por tanto no podemos escatimar esfuerzos en busca de la perfección Cristiana, jamás podemos sentirnos listos, muy buenos o santos porque por virtuosos que creamos ser, siempre seremos los pequeños de Jesús; y seguramente si nos sintieramos pequeños y miserables, como en realidad somos, no juzgaríamos a los demás.
La clave está en ser humildes, el humilde ama, el humilde tiene misericorida, no juzga, no se engrie, no se siente superior o mejor que el prójimo, se ocupa en que el otro este feliz.
Jesús manso y humilde de corazón has mi corazón semejante al Vuestro!!!
Señor conozcate a tí, conozcame a mí; porque con seguridad esto me hará humilde.
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