05 marzo, 2011

Sábado 5 de marzo de 2011

Evangelio según San Marcos 11,27-33.
Y llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él y le dijeron: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?". Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si contestamos: 'Del cielo', él nos dirá: '¿Por qué no creyeron en él?'.
¿Diremos entonces: "De los hombres'?". Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: "No sabemos". Y él les respondió: "Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas".

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Jesús acababa de expulsar a los vendedores del Templo. En ocasiones nos encontramos con un Jesús parco, medio seco, incluso pareciera que es grosero. ¿Por qué responde de esa manera? La verdad es que los fariseos tampoco eran de lo más dulces que digamos. Jesús conoce bien los corazones de aquellas personas y sabe cuáles son sus intenciones. La pregunta planteada tenía en sí todo el veneno necesario para hacer “caer” a Jesús: ¿Con qué autoridad haces estas cosas?

Si Jesús respondía: “Con la autoridad del Cielo”, ellos dirían: ¿Entonces por qué no haces grandes señales para que creamos? Eres reo de muerte por creerte enviado de Dios. Y si Jesús respondía: “con la autoridad de los hombres”, ellos dirían: eres reo de muerte por profanar el Templo. Obviamente Jesús al ser Dios actúa de acuerdo al beneplácito divino, pero su respuesta, fuese la que fuese iba a ser motivo de persecución. ¿Será que debía tratar a esas víboras amablemente?

Gracias Señor porque tú viniste a salvarnos y a mostrarnos la luz. Estás entrando en mi templo y estás derrumbando lo que no te agrada, estás latigando los vicios y estás limpiando mi corazón. Gracias por tu madre Santísima que viene a endulzar mi camino hacia ti.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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