Bartimeo estaba al borde del camino, no podía ver, pero si podía gritar, si podía escuchar, por lo que empezó a llamar a Jesús, aun cuando la gente quería impedírselo, es así como con su persevereancia y con el llamado del Señor, logra tener un encuentro con Él y pudo pedirle que recobrara la vista.
Santiago y Juan ayer pedían puestos, hoy Bartimeo pide la visión, y a este último se le concede su petición, porque venía desde la confianza, desde la intención de servirle y no del poder. Quizás muchos de nosotros aun no podemos amar, no vemos cómo ve Cristo, pero si podemos orar, podemos escucharle, podemos gritar, invocar su nombre y así alcanzar la santidad, la caridad.
Virgen María tú conoces nuestra inconstancia, nuestra desconfianza y debilidad, pero el poco sentido que tenemos nos sirve para reconocerte como nuestra madre y abandonados en ti, y contigo alcanzaremos que Jesús nos escuche y mire con misericordia. Amén.
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