Evangelio según San Lucas 6,36-38.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".
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Dios hace salir el sol sobre justos y pecadores. Dios da a comida a los hambrientos y a los saciados. El aire que respiramos todos es el mismo. Dios es misericordioso con todos y lento a la cólera. No importa cuán grandes sean los pecados de alguien, Dios lo seguirá amando como al más santo de los hombres. No importa cuántas faltas se hayan cometido, Dios las puede perdonar todas.
El Señor nos invita a vivir la misericordia, a ser generoso con el otro. A mirarlo a él y comprender cómo se debe vivir. La medida que usemos será usada con nosotros. Qué diferente es la vida del cristiano a la vida del mundo que en todo momento está invitando a lo contrario. El egoísmo, la ambición, el ensimismamiento, siempre están bombardeándonos para que los sigamos. En cambio Cristo nos invita a donarnos, a ser pobres, a vivir por los demás.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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