Para escuchar la voz de Dios que se manifiesta en quien quiera
es necesario la oración profunda y constante; para dar la misma respuesta que dió la Virgen María.
Así llegue el temor y la incomprensión hay que actuar como Dios quiera y confiar en su llamado, porque llama y además da las gracias para seguirle.
No temamos aceptar la Voluntad de Dios y hacernos sus esclavos en su perfecta esclava.
Muchas veces no seguimos los deseos de nuestro corazón por temor y en el fondo es un temor a equivocarnos, un temor movido por soberbia, hago la alcaración que no fue este el temor de Nuestra Señora, el de ella fue un temor de indignación, lo importante es que respondamos con Ella: Hágase en mí.
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